Escudo de la Orden de Agustinos Recoletos con la estrella de San Nicolás de Tolentino, patrón de la Provincia religiosa titular del Colegio, en la fachada de la iglesia.

El Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid (Castilla y León, España) cumple 50 años.

1. Dos marcos históricos y sociales diferentes

Podemos enmarcar la historia del seminario San Agustín entre dos cartas oficiales. En 1960, un año antes de que abriera sus puertas en Valladolid el Seminario Nuestra Señora de la Consolación (nombre que tuvo en sus primeros años), el prior provincial de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, Moisés Arguijo, escribía:

“En el mundo hay mucho quehacer, aun limitándonos a los campos de apostolado de nuestra Provincia nos hallamos faltos de personal en todos ellos. Dios ha puesto a nuestra disposición una España rica en vocaciones. ¡Cuántos países querrían decir otro tanto de sí mismos! Aquí están llegando religiosos alemanes, franceses, portugueses, para explotar esta cantera de piedra sacerdotal. Es de justicia que seamos los primeros en aprovechar esta oportunidad”.

La segunda carta es de 1983. José Antonio Calvo, prior provincial, al reestructurar los seminarios en España escribe: “Desde hace años, y debido a la universal crisis de vocaciones, nuestras casas de formación en España han estado infrautilizadas en relación a su capacidad. Ello ha supuesto para la Provincia un exceso en personal dedicado a la formación y en consumo de bienes, no proporcionados a los resultados vocacionales obtenidos”.

La situación que describía Arguijo en 1960, el marco social y humano de la carta de Calvo en 1983, o el cierre definitivo del seminario de Valladolid en 1993 reflejan algo más que una “crisis vocacional”. Nadie podía imaginar que en sólo 30 años España sería un país completamente diferente; y quien en 1960 lo hubiese imaginado habría sido tachado de “loco” hasta por las mentes más avanzadas.

2. Un proyecto que quedó en sueños

La Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de agustinos recoletos es un grupo de personas que comparten proyecto de vida, ideales, trabajo y convivencia. A lo largo de la historia han sido muchos los modos como las personas se han unido a ese proyecto. Los seminarios menores nacen en el siglo XVI y se convierten en el modo de pervivencia generacional de las órdenes religiosas.

Cada orden religiosa tiene una “genética propia” que le ha hecho expandirse de un modo particular. En el caso de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, durante los primeros siglos de existencia su trabajo fue misionero en el exterior y conventual en España, lugar de origen y sustrato de vocaciones.

La mayor parte de los conventos estaban diseminados por pequeñas poblaciones. En las grandes ciudades se establecen centros de estudios y casas de gobierno. Así hasta 1835, cuando desaparecen en España las comunidades religiosas, porque el Estado los expulsa de sus conventos y se apodera de todos sus bienes. Una de las casas recoletas que desaparece está en Valladolid, donde los Recoletos mantenían un centro de estudios.

Sólo tres conventos se salvaron, porque formaban misioneros para Filipinas y el gobierno necesitaba del papel cohesionador de los religiosos en la única colonia asiática. Uno de estos tres conventos que pervivió a la desamortización fue el noviciado de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en Monteagudo, Navarra.

Cuando las aguas estuvieron menos revueltas, la Provincia volvió a establecer comunidades en España. Esta vez los seminarios se abrieron en pueblos de menos de 5.000 habitantes de la zona media del valle del Ebro, y los promotores vocacionales centraban su trabajo en escuelas rurales de Navarra, La Rioja, Aragón y la parte oriental de Castilla y León.

La carta de Arguijo indica los motivos para abrir el seminario en Valladolid: la sociedad se iba haciendo urbana a partir del desarrollismo de la dictadura; además, el ambiente espiritual, por un lado, y las malas condiciones de la enseñanza pública, por otro, llenaban los seminarios de toda España.

Además, la Provincia de San Nicolás de Tolentino conocía los riesgos de quedarse anclada en una región determinada, causa de cierta pobreza cultural y mental, máxime en una Orden con presencia en muchos países. Quiso abrir la expectativa vocacional a una ciudad. La Provincia ya estaba en Zaragoza o Madrid, y en grandes centros urbanos de Filipinas o México.

Después de barajar Palencia, Burgos o Zaragoza, se decide finalmente abrir el gran seminario en Valladolid, con capacidad para 600 seminaristas. La ciudad contaba entonces 150.959 habitantes. Como contrapunto, la promoción vocacional se decidió llevar mediante promotores que visitaban escuelas rurales de Castilla y León, Asturias e incluso el sur de Galicia. La mayor parte de los seminaristas que ingresaron en Valladolid eran de procedencia rural.

La Provincia de San Nicolás de Tolentino compra en 1959 una antigua finca agrícola de casi veinte hectáreas, Granja San Antonio, lejos del centro urbano pero dentro de los límites del municipio, y cercana a otras casas religiosas de formación. Era una enorme gravera, lo que obligó a quitar piedras para poder practicar deportes, y que hubo de sufrir diversos rellenos de tierra, lo que obligó a reubicar algunas construcciones como el polideportivo (1996) o produjo la caída de árboles (sin consecuencias fatales, en 2005).

La situación y forma del terreno tendrán consecuencias imprevistas. Entre las positivas, una amplitud que permitirá al futuro colegio dotarse de nuevas instalaciones. Entre las negativas, la necesidad y dependencia de un sistema de transportes para los alumnos.

El proyecto del seminario se encomendó a Cecilio Sánchez-Robles Tarín, arquitecto de fama en los años 50 y 60 (parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas en Madrid, colegios, residencias, cines). Por esas mismas fechas diseñó el Colegio Mayor Montferrant en la misma ciudad de Valladolid, con un aire inequívocamente parecido con el San Agustín. Una reseña profesional habla así del proyecto arquitectónico:

“Al ser un edificio docente, la iluminación natural es uno de los factores más importantes. Todo el esquema en peine de la planta está articulado para favorecer la iluminación de las clases, con orientación norte-sur, y la comunicación entre ellas sin necesidad de que el alumnado salga al exterior.

Los espacios generados entre los dientes, que salen de la pieza de acceso, se convierten en espacio de relación. La composición de las fachadas se ejecuta a base de bandas y el blanco de los ladrillos contrasta con la oscura carpintería. Resalta el cuidado diseño de la iglesia, una nave de gran altura flanqueada por dos laterales que hacen las veces de acceso. El exquisito juego lumínico marca claramente estos dos ámbitos.

En la pieza principal la luz se filtra por la ranura existente entre el encuentro de la cubierta plana y las paredes laterales. En cambio, en los corredores laterales, la luz penetra a través del despiece de pavés, creando un ámbito agradable y de preparación para la estancia principal. Las piezas translúcidas y opacas se alternan, originando una vibrante pared que varía contrastando conforme a los cambios originados por la entrada de la luz a lo largo del día”.

El San Agustín se ha convertido en una de las obras más destacadas del racionalismo y del “brutalismo”, que intenta generar una arquitectura que pueda generar formas continuas y monolíticas, casi escultóricas.

Colegio San Agustín
· Arquitecto: Cecilio Sánchez-Robles Tarín
· Construcción: Entrecanales y Távora
· Reconocido con el máximo grado de protección del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Valladolid (2010) tras las actuaciones de la Fundación Decomomo Ibérico (Documentación y Conservación del Movimiento Moderno).
· Longitud: 150 metros
· Altura desde el suelo: 19,50 metros
· Superficie total: 25.151 metros cuadrados
· Superficie en planta: 5.025 metros cuadrados
· Altura de planta: 4,10 metros

El macroproyecto ha sido uno de los talones de Aquiles del centro. A 700 metros sobre el nivel del mar, con unas diferencias térmicas de los 40,2ºC de verano a los −11,5ºC de invierno (son los récord máximo y mínimo de temperatura en Valladolid), ha sido necesario intervenir de un modo continuado durante los cincuenta años en las diversas estructuras, especialmente las cubiertas, fachadas y cerramientos exteriores.

Otros factores de obras han sido la conversión de espacios de seminario en colegio de externos o centro de atención a religiosos con movilidad reducida; las leyes educativas, que exigían nuevas acomodaciones; la apertura a nuevos niveles educativos hasta la configuración actual desde los 0 hasta los 18 años; la modernización pedagógica y la implantación de nuevas tecnologías; las normativas de seguridad; el deporte y ocio (frontón, piscina, polideportivo, canchas, patios) y las necesidades materiales de la comunidad (huertas, depósitos, almacenes y garajes, casa para empleados)…

Han sido 50 años de obras, unas más costosas o aparatosas, con inversiones superiores a la construcción original. Hay unas instalaciones completas, versátiles, con espacios para crecer, aun habiendo perdido parte de terreno tras algunas ventas parciales y expropiaciones. Los próximos 50 años continuarán las obras y adaptaciones, ineludibles para contar con las instalaciones adecuadas y adaptadas a las necesidades de los alumnos y puestas al servicio de su educación.

Colegio San Agustín • Principales obras de adecuación e infraestructura

· 1959-1963: Edificio principal
· 1964: Piscina
· 1965: Tejado de uralita como cierre de las terrazas
· 1968: Cambios de dormitorios del piso primero del seminario por aulas
· 1970-1971: Frontón
· 1971-1972: Salón Rojo (sala de conferencias)
· 1977: Cambios de dormitorios del piso segundo del seminario por aulas.
· 1991: El Seminario abandona el piso tercero.
· 1992-1993: Aulas de Educación Infantil en la antigua aula de música
· 1996: Adecuación de las aulas de Tecnología y ESO
· 1998: Polideportivo San Agustín, de Buenaventura Alonso
· 2000: Capilla del Colegio, de José Ignacio Zarandona
· 2002-2004: Consolidación de fachadas (losas exteriores)
· 2003: Nueva biblioteca
· 2008: Parking del Polideportivo y Colegio
· 2010: Escuela Infantil, de José Ignacio Zarandona
· 2010: Casa San Ezequiel Moreno para religiosos con necesidad de asistencia
· 2011: Rehabilitación y remodelación de la iglesia

 

3. Años 60: construyendo de cero

El 1 de octubre de 1961, nueve religiosos y 121 seminaristas de tercero y cuarto de Bachillerato (12 a 14 años) de Lodosa llegan ilusionados al nuevo Seminario Nuestra Señora de la Consolación de Valladolid, pero se dan con un cantero de obras. No había cocina ni menaje, por lo que se habilita una buhardilla con parrillas hechas en la fábrica de puertas y ventanas que surtía a la obra; el comedor se establece en los pasillos y un amplio local sin mesas ni sillas.

Tampoco había capilla, elemento primordial en la vida de un seminario. Otro pasillo cerrado con cortinas servirá para este fin. En los dormitorios sí había camas, pero no servicios y lavabos: un pinar y los lavabos de los obreros sirvieron de solución. Y todo el mobiliario en las habitaciones de los religiosos era un colchón.

Toda una premonición de las “obras permanentes” que ha vivido el edificio. El 9 de octubre, una semana después de haberse establecido, comienzan las clases. Alguno de los profesores se carga hasta con 28 horas lectivas semanales. Los campos de juego no están operativos y el tiempo de ocio se llena con una revista -“Ut fructum afferatis” (Para que deis fruto)-, y se da fuerza a la lectura en la biblioteca.

El curso siguiente la comunidad se refuerza (18 religiosos) y llegan seminaristas del campo de acción de los promotores vocacionales en Castilla, hasta un total de 306 alumnos, que van de primero a quinto de bachillerato (10-16 años de edad). Doce frailes dan clases, pero vislumbran problemas de aprendizaje de muchos seminaristas procedentes de pequeñas escuelas rurales sin medios ni profesorado.

Ese año llega al colegio una comunidad de Misioneras Agustinas Recoletas, que en número variable de cuatro a siete permanecerán hasta 1993 desempeñando diversas funciones, especialmente de enfermería y servicios adicionales. La vida del seminario se normaliza en cuanto a espacios y atenciones: formación, salud, deportes, ocio, personal de servicio, salidas al campo, ejercicios espirituales.

La vida en un seminario de aquel tiempo se basaba en frecuentes actos de piedad, gran nivel de disciplina, poca relación con las familias y sencillez, sin comodidades. La sociedad era igual, sin ostentación, homogénea y de normas estrictas, máxime en una dictadura. La gente respiraba un mismo aire, con pocas excepciones. Los seminarios eran un centro de cultura superior al que debían acostumbrarse pequeños llegados de un mundo rural mucho menos desarrollado.

En 1963, por ejemplo, la comunidad decide añadir al desayuno de los chicos “un bocadillo de mermelada, mortadela o mantequilla”, y así se consigna en los libros oficiales, señal de la importancia que tenía en un mundo donde nada sobra. Y en 1965 se señala como signo de los nuevos tiempos que, por primera vez, el prior provincial da autorización para que los colegiales pasen las navidades con sus familias, lo que a su vez daba un respiro a las cuentas del seminario.

El 2 de junio de 1963, Pentecostés, se inaugura oficialmente el seminario; la fecha es elegida porque en ese mismo día del año 1602 se había celebrado en el convento agustino recoleto de El Portillo, no muy lejos del emplazamiento del Colegio San Agustín, un capítulo que daría naturaleza jurídica a la Recolección Agustiniana. La inauguración fue un acontecimiento en la entonces pacata ciudad castellana, como lo reseñó toda la prensa, escrita o hablada (El Norte de Castilla, Diario Regional, Libertad; La Voz de Valladolid, Radio Valladolid).

Hubo representantes del Gobierno Civil; de la empresa Entrecanales y Távora, responsable de las obras; de las comunidades religiosas -Agustinos, Dominicos, Hermanos de la Sagrada Familia, Hermanos de la Doctrina Cristiana o Hermanos de San Juan de Dios-; dos obispos agustinos recoletos, el prior general y tres priores provinciales.

Después de la inauguración las obras se centran fuera del edificio: campos de deporte, frontón, piscina, pozos. En el interior se acomodan los gabinetes de Física, Química y Ciencias necesarios para el reconocimiento civil de los estudios, y que el inspector encontró “muy completos”. Sin embargo, el nuevo edificio comienza a dar problemas al año de ser inaugurado en las cubiertas-terraza, nada apropiadas por la dimensión del edificio y la climatología, con permanentes goteras e inundaciones.

La formación en los seminarios abarcaba todos los aspectos de la vida. También el musical. La preparación y esfuerzo que los religiosos ponían y en el que los chicos les acompañaban se verán recompensados desde 1965, con la primera retransmisión radiofónica desde un seminario agustino recoleto: la Voz de Valladolid emite las notas de la rondalla. Durante los años siguientes, los premios para la rondalla y el coro serán continuos mientras duraron este tipo de concursos.

La diócesis de Valladolid crea en 1965 comisiones para la aplicación del Concilio Vaticano II en los seminarios. Un agustino recoleto queda encargado de la ponencia sobre formación intelectual y otro sobre responsabilidad y disciplina. La Orden que más tardíamente había llegado a una ciudad plagada de seminarios había ganado en pocos años una importante estima y consideración en la Diócesis.

Sin embargo, después de cinco años, el edificio está aún al 68,6% de su capacidad. Y aunque aún germinalmente, las cosas comienzan a cambiar en la sociedad española. Ya eran bastantes las voces que hablaban de la imposibilidad de que algún día estuviera al 100% con 600 seminaristas.

En el curso 1966-1967, con 412 seminaristas y 29 religiosos, se producen dos hechos sin precedentes: son contratados tres profesores laicos para impartir Ciencias, Matemáticas y Dibujo, dado que las titulaciones de los religiosos solían ser de letras; y se admiten 45 alumnos externos, hecho que va a ser un punto de inflexión en la realidad del San Agustín.

Dado que en la ciudad ya existía un Colegio de Nuestra Señora de la Consolación, al abrirlo a externos los recoletos cambian el nombre a Colegio San Agustín. Desde entonces habrá un continuo crecimiento del número de profesores laicos y alumnos externos, y un descenso paulatino del número de seminaristas.

En el plan para 600 internos, las aulas estaban en los martillos del edificio y el cuerpo central se dedicaba a dormitorios, aseos y vida no lectiva. El colegio de externos irá apoderándose de espacios. En 1968 desaparece el dormitorio de la primera planta para convertirse en aulas; en 1977 ocurre lo mismo en la segunda planta; y desde 1991 el seminario abandona el cuerpo central. Hoy queda un dormitorio y parte de otro en la planta tercera, usados para convivencias y encuentros.

4. Años 70: modernización y tradición

En 1971 se reestructuran los seminarios menores de la Provincia. Los alumnos de 5º y 6º de Bachillerato (14 a 17 años) pasan al seminario de Fuenterrabía (Guipúzcoa). El número de seminaristas en Valladolid desciende de manera acusada, de 305 en 1969, a 207 en 1971. Algunas de las actividades más vistosas ven mermada su fortaleza tras esa pérdida del 30% de efectivos.

El cine, abierto tras la compra de dos máquinas de segunda mano en 1970, abre sus puertas preferentemente para el seminario; los alumnos externos deben pagar entrada. La inauguración del frontón, después de más de seis años de lucha para tenerlo a punto, abre otro espacio de crecimiento sano.

En 1973 se moderniza la gestión de la formación y se crea un “equipo de formadores”. Hasta entonces, toda la comunidad religiosa se volcaba en los seminaristas; la diversidad de funciones en el San Agustín hace crear esta fórmula. Los seminaristas son divididos en grupos de 20 con una convivencia semanal y una entrevista personal mensual. Es una formación más humana y personalizada, menos basada en la disciplina, el rigor disciplinario y la consideración grupal.

De hecho, en 1974 se organiza una Jornada Vocacional con asistencia de los familiares de los seminaristas, germen del Día del Seminario. Estos intentos de acercamiento a las familias, junto con la definición de un equipo más dedicado, crearán un ambiente más familiar que los seminaristas agradecerán.

El número de seminaristas sigue relajándose, desde los poco más de 200 con que comenzó la década hasta los 135 de 1979. Sin embargo, el seminario disfrutó de tranquilidad y calma, algo que faltó a la sociedad con el proceso de la transición democrática, y al colegio de externos en particular, que vivió momentos críticos debido a los cambios políticos y legislativos.

5. Años 80: se vislumbran los cambios

El curso 1980-1981 comenzó con 109 seminaristas; al final de la década, en 1989, 51 comenzaron el curso. En esta década se decide el futuro de los seminarios menores de los agustinos recoletos en España. Los descensos más acusados no se darán en la entrada de nuevos seminaristas, sino en su perseverancia, en el porcentaje de los que continúan en el seminario tras finalizar la EGB.

En 1980, 42 seminaristas comenzaron 8º de EGB; terminado el curso, abandonan el seminario 15 y 27 pasan a la siguiente etapa; una perseverancia del 64%. En 1989 fue del 47% (16 de 34), pero además se trataba en esta última fecha de todos los seminaristas de los agustinos recoletos de esa edad en España.

La reestructuración de nuestros seminarios en España de 1982 cambiará durante un curso lectivo el ambiente de Valladolid, que acogió dos seminarios, dos etapas de formación. Los candidatos de bachillerato son trasladados a Valladolid temporalmente con todo su equipo de formación, mientras se prepara su lugar definitivo, Lodosa. También se decide que a partir del curso 1983-1984 todos los seminaristas de 8º de EGB en España (14-15 años de edad) residan en Valladolid.

Los años 80 estuvieron plagados de reuniones del Secretariado de Formación y del Consejo Provincial con el seminario menor en discusión. El descenso de candidatos, las dificultades de la promoción en colegios públicos, el ambiente social y la percepción de que antes de los 16 años no era adecuado un alejamiento de la familia crearon una conciencia de cambio. El sistema había sido válido, aunque con resultados cada vez menos eficientes, y dejaba de serlo en aquellas condiciones.

En 1983, por primera vez menos de la mitad de los seminaristas (14 de 29) que terminan 8º de EGB continúan adelante al terminar el curso. El prefecto de Valladolid se ve obligado a hacer promoción vocacional. De los 67 que comenzaron BUP en Valladolid, sólo 34 van al nuevo emplazamiento en Lodosa. Y se produce uno de los acontecimientos más tristes de la historia de los seminarios recoletos, al fallecer inesperadamente uno de los seminaristas de primero de BUP en el quirófano. Fue el “annus horribilis” de nuestros seminarios menores en España.

El paso por Valladolid del seminario de BUP se aprovechó para una experiencia piloto con alumnos externos, que celebraron la Semana Santa junto a seminaristas de su edad. En 1985 dos alumnos externos se integrarán directamente al seminario de BUP en Lodosa sin haber sido antes seminaristas internos.

En 1987 tiene lugar otra crucial reunión de formadores: los seminarios de EGB ocupan muchos recursos humanos y económicos, sin resultados positivos. Cada seminarista pagaba 9.000 pesetas al mes en el San Agustín, algo así como 130 euros de hoy para una pensión completa: educación, alimentación, ocio, deporte… La subvención de la Orden al seminario representaba un gran porcentaje del gasto total que ocasionaba.

En los últimos años de la década la pérdida de seminaristas fue continua y a pasos agigantados. En 1987 comienzan el curso 81, en 1988 son 60, en 1989 son 52 y en 1990 son 17. Casi el 80% menos en sólo cuatro cursos. Ese mismo descenso se da en la continuidad de quienes terminan la EGB. De los 44 alumnos de 8º EGB de 1988, solamente 16 pasan a Lodosa. En treinta años se había certificado el fin de los seminarios menores como tales, habiendo partido de una posición tan optimista que había llevado a inaugurar un seminario para 600 alumnos.

6. Años 90: el fin definitivo de una era

El final del seminario menor en Valladolid se produjo con las características de una muerte lenta y anunciada. Reuniones múltiples y Capítulos provinciales habían estudiado el asunto, y la preocupación de los religiosos se palpaba en el ambiente. Pero no se tomaron decisiones y el fin fue un tanto traumático, por inanición. Acababa una era, una forma de hacer pastoral vocacional.

Las soluciones que se tomaron eran de urgencia. Primero se cerró la entrada de seminaristas de sexto curso de EGB; después hubo que mezclarlos en las aulas con los externos para recibir las clases; en 1991 se trasladan sus dependencias a la planta baja del pabellón de la comunidad, con lo que ninguno de los espacios creados treinta años antes para ser seminario tenía ya este fin.

A primeros de junio de 1992, el Consejo Provincial, tras considerar un escrito del equipo de formación sobre las dificultades para mantener el seminario con un número tan reducido de personas, toma la decisión de suprimir el régimen de internado en el Colegio San Agustín y lo convierte en “Centro de Promoción Vocacional en Régimen de Externado”. Los cinco alumnos de 7º de EGB que quisieron continuar como seminaristas fueron enviados al Seminario Santo Tomás de Villanueva de la Provincia de San José en Salamanca, a 121 kilómetros.

El cierre del seminario coincidió con el fin de la presencia de las Misioneras agustinas recoletas en Valladolid. La crisis vocacional se había cebado también con esta congregación, y una reestructuración produjo el cierre de la casa. Una comunidad de Augustinian Recollect Sisters de Filipinas llegó para sustituirlas en el proyecto educativo.

El aspecto más positivo de los últimos diez años del Seminario fue que la comunidad religiosa lo mantuvo al margen de las graves tensiones y dificultades del Colegio, en años en los que hasta su pervivencia estuvo cuestionada. Esta tensión nunca tocó el seminario ni a los seminaristas, lo que hubiera venido a añadir todavía más interrogantes en la educación de los futuros religiosos.

Prefectos del Seminario San Agustín Promotores vocacionales
Años Prefecto Años Promotor
1967-1968 Ángel San Eufrasio y Manuel Ullate 1961-1968 Manuel Simón
1968-1970 Manuel Ullate y Manuel Silva 1968-1969 José Lázaro
1970-1971 Miguel Ángel Tejada y Manuel Silva 1969-1972 Aurelio Ripollés
1971-1972 Manuel Silva 1972-1975 Pedro María Izura
1972-1973 José Antonio García 1975-1983 Carmelo Galdeano
1973-1974 Pedro María Izura y Fermín Salvatierra 1983-1985 Santiago Sánchez
1974-1976 Jesús Lanao 1985-1988 Cirilo Emiliano de Esteban
1976-1977 Fermín Salvatierra 1988-1990 Carlos Abajos y José Luis Garayoa
1977-1981 Miguel Ángel Peralta 1990-1992 José Antonio Campos y José Luis Garayoa
1981-1982 Francisco Javier Legarra Aldave.
1982-1984 Ángel Jubera y Miguel Miró
1984-1985 Ángel Jubera
1985-1986 Santiago Sánchez
1986-1988 Santiago Sánchez y Enrique Pérez
1988-1989 Lope Ruiz y Luis Antonio Fernández
1989-1992 Enrique Pérez y Luis Antonio Fernández

 

La comunidad religiosa que vio el final del seminario también vio aumentada su dedicación íntegra al colegio con el cierre definitivo del centro de estudios propio.

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