Una comunidad de comunidades, con suficientes voluntarios y colaboradores para todos los ministerios pastorales, sociales y formativos, con vocaciones para todos los estilos de vida cristiana y con comunión dentro de la autogestión. Es el sueño de futuro de la Iglesia de Tianguá.

El agustino recoleto Francisco Javier Hernández ha servido a la Iglesia como obispo de la Diócesis de Tianguá (Ceará, Brasil). Al cumplir 20 años de episcopado, hacemos con él balance.

Es necesario ver los 20 años de episcopado de Javier Hernández en Tianguá como parte de un proceso que continúa. La mirada al futuro se hace evidente. Los objetivos de esta diócesis para los próximos años pasan, a corto plazo, por tareas como sistematizar todas esas experiencias iniciadas en esos 20 años para darles carta de naturaleza dentro de la diócesis.

Se desea también organizar la diócesis en diferentes Regiones Episcopales e implantar seis nuevas áreas pastorales fruto de la división de parroquias aún excesivamente grandes. Esto permitirá también actualizar el catálogo de la organización pastoral y administrativa de la diócesis.

Más a largo plazo están otros objetivos, como invertir en una mayor formación académica del clero para que obtengan títulos oficiales; organizar una institución de enseñanza superior en la diócesis y construir un centro cultural católico que permita implantar una pastoral de la cultura mediante la memoria oral. Un modo de recuperar la historia e identidad de este Pueblo.

Hernández mira al pasado, vive su presente y hace un guiño al futuro en este resumen final de su agradecimiento por 20 años de episcopado: “Doy gracias a Dios por el camino recorrido. Combatí el buen combate, creo, y estoy dispuesto a llevarlo hasta el fin.  Me siento también muy feliz por lo que me tocó vivir y colaborar con la Iglesia  de Dios en todos los lugares por donde pasé, pero especialmente por esta diócesis, parcela del Pueblo de Dios que El Señor me encomendó. Y todo, vivido sin pretensiones y sí con un gran espíritu misionero de colaboración con la misión de la Iglesia. ¡Dios sea bendito!”.


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