Vida consagrada y promoción vocacional en Tianguá, Ceará, Brasil.

El agustino recoleto Francisco Javier Hernández ha servido a la Iglesia como obispo de la Diócesis de Tianguá (Ceará, Brasil). Al cumplir 20 años de episcopado, hacemos con él balance.

a) Una Pastoral Vocacional de conjunto

Desde 1992 se lleva a cabo en la diócesis de Tianguá una pastoral vocacional de conjunto. Dos religiosos agustinos recoletos, uno de la Provincia de Santa Rita y otro de la Provincia de San Nicolás, iniciaron con su aportación personal un primer esbozo.

La entrada de sacerdotes diocesanos jóvenes en la dirección del seminario diocesano San José de Tianguá y la presencia del formador de los Agustinos Recoletos en el equipo diocesano ofrecieron firmeza y continuidad en esta nueva gestión de la pastoral vocacional. Con ello se pudo publicar un Directorio de Pastoral Vocacional en vigor hasta hoy.

La pastoral vocacional de conjunto ha coordinado e integrado las pastorales vocacionales de las diferentes congregaciones religiosas presentes en la diócesis. El programa se desarrolla a lo largo de un año. Comienza con los llamados Encuentros de despertar en las parroquias y áreas misioneras, con una numerosa participación de jóvenes de ambos sexos.

Tras este primer encuentro se organiza un Encuentro Regional que profundiza en el concepto de la vocación cristiana con candidatos de las diversas parroquias de una zona concreta. Finalmente, en el segundo semestre de cada año, el equipo diocesano ofrece dos encuentros: uno de estudio de las vocaciones en la Iglesia y otro sobre los carismas.

En el Encuentro de Carismas los candidatos escuchan la presentación de los diversos modos de ser y hacer de cada vocación religiosa, sacerdotal o laical, y manifiestan por escrito la opción escogida para  continuar su discernimiento vocacional.

A partir de este momento, serán los seminarios y casas de formación quienes acompañen de forma personalizada a los candidatos, analizando las condiciones reales de ingreso en sus Instituciones e integrándose en el esquema formativo propio de cada una de ellas.

En todas las parroquias de la diócesis se ha implantado un equipo parroquial de pastoral vocacional, coordinado, visitado y apoyado por el equipo diocesano de vocaciones y ministerios, que se encarga de la formación propia de los miembros de los equipos parroquiales.

La función de estos equipos parroquiales es cultivar la conciencia de la vocación cristiana, suscitando vocaciones de especial consagración y acompañando a candidatos y candidatas en su propio ambiente de origen, en su comunidad de base.

En todos estos años se ha logrado la continuidad en la convocatoria de todos los Encuentros establecidos en el plan de pastoral vocacional de la diócesis: despertar en las parroquias; profundización y aclaración de los diversos carismas en el encuentro diocesano; y convivencias previas al ingreso en cada institución, por cuenta de cada una de ellas.

La participación de jóvenes ha sido creciente en el tiempo y su número ya se ha estabilizado. Además se ha logrado que estos encuentros sean ya algo habitual, propio, conocido por los posibles candidatos, que los consideran momentos de referencia en sus vidas.

Los resultados han sido buenos. Tanto el seminario diocesano como las diversas congregaciones e instituciones (Agustinos Recoletos, Jesuitas, Redentoristas, Capuchinos, Agustinas Recoletas de vida contemplativa, otras congregaciones femeninas) han recibido candidatos que hoy se encuentran en sus procesos formativos propios.

Los más jóvenes suelen optar preferentemente por las congregaciones religiosas que actúan en áreas misioneras de la diócesis. Sin embargo, un caso ejemplar puede estar en el monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las Agustinas Recoletas, primer convento de clausura en una diócesis que nunca en su historia había tenido vida religiosa contemplativa. Fundado por monjas de clausura procedentes de México, hoy cuenta ya con un buen número de vocaciones locales.

El proceso vocacional implantado en el Directorio de Pastoral Vocacional es lineal, es decir, tiene un principio y un fin. Esto le ha dado solidez en cuanto a su establecimiento. Otra cuestión diferente es la perseverancia. En casi todos los casos se ha primado la buena selección previa al ingreso en las casas de formación.

b) Vocaciones diocesanas y clero local

En 1992 se abrió el seminario menor con alumnos de enseñanza secundaria. Estudiaban en el colegio diocesano Regina Coeli, en el que se estableció un equipo formado por un rector, un director espiritual y algún sacerdote o laico de apoyo para los estudios.

Con el paso de los años, se decidió que el régimen de internado sólo comenzaría con el llamado curso propedéutico, terminada la enseñanza secundaria y como paso previo al estudio de la Filosofía, en un año de preparación para el examen de acceso a la Universidad. Aún así la solución dada no está exenta de más reflexión y algunas dudas.

¿Cómo atender a los jóvenes que han mostrado inquietud vocacional pero aún no han terminado la enseñanza secundaria? ¿Cómo reforzar sus conocimientos académicos, conocedores de que el nivel de las escuelas secundarias de casi todos los municipios de la diócesis es muy deficiente? ¿Cómo acompañar su formación en valores en una edad tan dada a las influencias y en la que se pueden producir cambios inesperados si el joven no tiene cerca un apoyo firme?

El dilema sigue de algún modo en cuestión, entre tener un seminario menor con alumnos internos de enseñanza secundaria o acogerlos sólo en el curso preuniversitario una vez que en sus localidades de origen han terminado esa etapa media.

Lo cierto es que el aumento de seminaristas en la etapa de estudio de la Filosofía hizo que para la diócesis fuese demasiado costoso el mantenimiento del seminario menor. Además de los criterios pedagógicos indicados, este último factor fue uno de los motivos principales para el cierre del seminario menor, pues se hizo necesario dar preferencia de ingreso a los candidatos a seminaristas mayores que habían terminado la enseñanza secundaria.

Uno de los resultados fue que el nivel académico de los seminaristas descendió de una forma significativa respecto a aquellos que habían pasado por el seminario menor. Por ello, el equipo diocesano de formación no ha dado por cerrado el debate y continúa discutiendo sobre cuál será la mejor opción.

La diócesis tiene hoy dos casas de formación para sus seminaristas mayores. En Tianguá están los estudiantes de Filosofía, matriculados en la Universidad Estatal Valle del Acarau de la ciudad de Sobral, situada a 94 kilómetros de distancia. Allí cursan tres de los cuatro años con que cuenta la licencia completa de Filosofía.

La otra casa de formación está en Fortaleza, a 317 kilómetros. En ella viven los seminaristas que estudian Teología en la Facultad Católica de la capital cearense, propiedad de la archidiócesis. Aquí sí completan el curso teológico, que tiene validez reconocida en el ámbito civil. Posteriormente los seminaristas pueden hacer el año que les queda de Filosofía para obtener también ese título civil.

Durante estos 20 años se han enviado los seminaristas a otros lugares, como el Seminario Diocesano de Quixadá (Ceará), a 332 kilómetros, o el Instituto San Ignacio de Belo Horizonte (Minas Gerais), a 2.676 kilómetros, donde algunos seminaristas han realizado estudios especiales para ser posteriormente formadores en la propia diócesis.

También se les ofrecen cursos complementarios de formación humanística (Eneagrama, idiomas), formación bíblica popular y cursos específicos de áreas pastorales (catequesis, juventud y adolescencia, comunicación, espiritualidad, pastoral vocacional) que favorezcan su acceso posterior a los diversos sectores especializados de pastoral en la diócesis.

Los seminaristas participan periódicamente (quincenal o mensualmente) de un acompañamiento psicológico, retiros espirituales semestrales y una práctica pastoral semanal (en Fortaleza) o semestral (en la propia diócesis).

La diócesis de Tianguá no tiene, por tanto, un seminario mayor de corte tradicional, puesto que los estudios se realizan siempre en centros externos y algunos de ellos situados a considerable distancia. Por ello se creó un consejo diocesano de formación presbiteral el año 2003, acompañado de forma constante por el obispo.

El cometido de este consejo es evaluar a los candidatos de cada etapa, decidir sobre las ordenaciones y acompañar a los candidatos en la medida de lo posible. Los seminaristas se dedican exclusivamente a los estudios y a su vida formativa común. Los fines de semana reciben algunas encomiendas de tipo pastoral.

En 20 años la diócesis de Tianguá ha conseguido ordenar 21 sacerdotes diocesanos. Durante 2011 hay un seminarista en el año pastoral previo a la ordenación (es decir, que ha concluido los estudios de filosofía y teología), siete estudiantes de Teología y ocho estudiantes de Filosofía.

El mantenimiento de esta estructura formativa es costoso para la diócesis. Los recursos han procedido de una obra de becas implantada en 2003 por el obispo, la institución alemana “Kirche in Not”, algunas ayudas esporádicas procedentes de la Santa Sede, y toda la recaudación que se obtiene en las ceremonias de confirmación, que se destina íntegramente a la formación de los seminaristas.

c) Papel de los laicos en la vida pastoral

El proyecto descentralizador aplicado a la vida diocesana, empezando por las parroquias, que quedaron divididas en sectores que aglutinan varias comunidades de base, abrió un enorme espacio a la participación laical.

En concreto, la diócesis tiene 15 parroquias, que se dividen en 110 sectores, y que, a su vez, reúnen casi 700 comunidades de base. Estas comunidades tienen sus consejos, cada uno formado por entre cinco y doce personas.

De la misma manera, en las parroquias y comunidades se articulan las más diversas pastorales específicas (catequesis, juventud, matrimonios, pastoral sacramental, diezmo, pastoral litúrgica, coros de niños y jóvenes, pastoral de la infancia y otras), lo que suma en total un variadísimo grupo de laicos actuando.

Otro elemento viene a sumar más personas, los ministerios no ordenados: están los ministros de la Palabra que presiden el culto dominical sin sacerdote y los ministros de la comunión que visitan y atienden enfermos e impedidos en hogares, residencias y hospitales y distribuyen la comunión en las celebraciones. En la diócesis de Tianguá hay unos 350 ministros de la comunión y unos 250 de la Palabra.

Por último, cuentan con un gran número de participantes asociaciones como Apostolado de la Oración, Adoración Perpetua, Orden tercera franciscana y carmelitana, Apostolado de la Madre Reina de Schönstadt, Marianos, Vicentinos, Legión de Maria y movimientos como la Renovación Carismática, Equipos de Nuestra Señora o Encuentro de Matrimonios con Cristo.

El alma de toda esta participación laical dentro de la gestión diocesana es el Consejo Diocesano de Laicos.

d) Las comunidades de base: formación y participación en el apostolado

Las comunidades de base han tenido gran importancia desde el mismo nacimiento de la diócesis y en sus cuarenta años de existencia. El primer obispo, Timoteo Francisco Nemésio Pereira Cordeiro, les prestó suma atención, organizó auténticos encuentros de masas y alimentó el compromiso social de estas comunidades en un contexto de pobreza, especialmente en la zona rural.

A partir de los años 90 del siglo pasado, se intensificó la articulación interna de estas comunidades con la creación de los consejos comunitarios y se reforzó su dimensión eclesial con el apoyo a la celebración de culto dominical, la formación de líderes y ministros laicos no ordenados, la construcción de capillas, y la organización de las pastorales diversas.

Hoy los esfuerzos se sitúan en recuperar el tradicional compromiso social del católico, tan querido por las comunidades eclesiales de base de primera hora.

Gran parte de las iniciativas tomadas en la diócesis los últimos 20 años favorecieron especialmente la vida de estas pequeñas comunidades, tanto en la zona rural como en las periferias urbanas, donde las parroquias se empeñan en desarrollar los llamados “Polos de Evangelización”, auténticas comunidades de base urbanas.

En la siguiente tabla podemos ver parte de esa evolución durante siete años en el número de comunidades de base implantadas oficialmente en la diócesis

Sectores regionales

Región 2000

2007

Camocim, Parroquia Bom Jesus dos Navegantes. Centro

Litoral Norte

34

37

Camocim, Área Misionera N. S. de Fátima. Barrio

Litoral Norte

4

7

Barroquinha, Área Misionera N. S. dos Navegantes

Litoral Norte

25

12

Granja, Parroquia de São José

Litoral Norte

8

27

Granja, Parroquia de Santa Luzia

Litoral Norte

10

30

Granja, Área Misionera N. S. Livramento, Parazinho

Litoral Norte

52

17

Chaval, Matriz de Santo Antônio

Litoral Norte

20

16

Viçosa, Matriz N. S. da Assunción

Región Centro

38

71

Oiticicas, Matriz de Santa Luzia

Región Centro

18

11

Tianguá, Matriz de Sant’Ana

Región Centro

62

38

Tianguá, Área Misionera de Santo Antônio

Región Centro

7

39

Tianguá, Área Misionera Imaculada Conceición

Región Centro

5

9

Ubajara, Área Misionera São Vicente, Araticum

Región Centro

7

8

Ubajara, Matriz de São José

Región Centro

35

37

Ibiapina, São Pedro

Región Centro

18

27

Ibiapina, Área Misionera do Alto Lindo

Región Centro

5

5

São Benedito, Matriz de São Benedito

Región Sur

45

62

São Benedito, Área Misionera Imaculada Conceición, Inhuçú

Región Sur

9

12

São Benedito, Área Misionera N.S. do Perpétuo Socorro, Barrio

Región Sur

5

6

Carnaubal, Matriz N.Senhora Auxiliadora

Región Sur

21

30

Guaraciaba, Matriz de N. Senhora dos Prazeres

Región Sur

69

52

Croatá, Matriz de N. S. das Dores

Región Sur

25

32

Graça, Matriz de N.S. das Graças

Región Sur

33

25

Graça, Área Misionera Sta Teresinha, Pirituba

Región Sur

11

21

Total

566

638

 

e) Infancia, adolescencia, juventud y educación

La diócesis no es titular de ninguna institución de enseñanza superior. Entre 2001 y 2007 funcionó el Instituto Diocesano de Estudios Superiores de Tianguá (IDEST) en convenio con la Universidad Vale do Acaraú (UVA), de titularidad del estado de Ceará y con sede en Sobral.

El IDEST ofrecía formación para los profesores de Religión Católica de las escuelas de enseñanza fundamental y media. Sin embargo, el Ministerio de Educación retiró la validez oficial del diploma que se entregaba a los participantes del curso, por el que llegaron a pasar unas 180 personas.

La educación es una asignatura pendiente en la diócesis. Dentro de ella hay un total de diez escuelas católicas. Pero los datos generales indican una realidad muy amplia que debe ser abordada:

Tipología
Pedagógica

Titularidad
Pública
Titularidad
Privada
Alumnos
Centros Públicos

Alumnos
Centros Privados

Enseñanza Infantil

516

42

20.591

2.374

Enseñanza Fundamental

602

33

96.185

5.628

Enseñanza Media

60

12

20.120

800

Educación Especial

7

0

326

0

Educación de Adultos

365

0

16.006

0

Escuelas Católicas

0

10

0

4.588

Formación Profesional

4

0

0

Universidades

1

0

6.204

0

TOTAL

1.555

97

159.432

13.390

 

El acceso universal a la educación ha crecido mucho en las últimas dos décadas en la región. En 1990 eran muy pocas las ofertas de enseñanza secundaria y había una ausencia total de enseñanza superior. Hoy día, la oferta se ha diversificado, pero el esfuerzo debe realizarse en cuanto a la calidad de esa educación.

La Iglesia fue pionera en la Educación dentro de la región. Posteriormente, sin embargo, ha perdido el ritmo, una vez que el Estado tomó cartas en el asunto, ampliando enormemente el número de plazas en enseñanza secundaria y estableciendo una educación técnico-científica y una universidad con sede en Sobral.

Sin embargo no ha estado exento de polémica. Muchos de los cursos universitarios se establecieron sin estructura, algunos de ellos incluso mediante publicidad engañosa y con problemas posteriores con el Ministerio de Educación del Gobierno Federal. Todavía se esperan fuertes inversiones públicas en este ámbito de la enseñanza superior.

Hay diez escuelas que pueden llamarse de católicas, gestionadas por congregaciones religiosas o por la propia diócesis. Algunas pertenecen a la obra social diocesana y otras a patronatos dirigidos por las Hijas de la Caridad, Hermanas Josefinas o Misioneras Capuchinas, y se sitúan en São Benedito, Ubajara, Viçosa do Ceará, Ibiapina, Guaraciaba do Norte y Camocim.

En cuanto a la enseñanza religiosa en las escuelas públicas actualmente hay un compás de espera. El estado de Ceará no ha abierto aún el concurso público para acceso de profesores de religión mediante criterios transparentes y objetivos. Muchos de los profesores de religión no están capacitados para su labor, algunos han sido escogidos sin los requisitos previos de los funcionarios públicos y otros simplemente se han acogido a esta materia para completar su carga horaria de trabajo.

f) Problemática socio-pastoral

Ceará y el nordeste brasileño han sido tradicionalmente zonas de pobreza y de grandes retos sociales. La diócesis de Tianguá mantiene dos acciones bien definidas en este campo: la pastoral social, que dinamiza los programas de promoción social y anima a la implantación de esta pastoral específica en cada comunidad de base; y las “Obras Comunitarias de la Diócesis de Tianguá”, de cuño asistencial y educativo, que actúa a través de nueve filiales, tres escuelas y cuatro centros de asistencia social.

Un informe de la Fundación Getulio Vargas en 2002 especificaba que el 70,56% de la población de la región norte del estado de Ceará estaba por debajo de la línea de la pobreza. Ceará, por su parte, es el estado con peor distribución igualitaria de renta de todo Brasil, puesto que el 10% de la población tiene el 52% de la riqueza total del estado.

El éxodo rural ha sido una de las plagas endémicas de la región desde hace siglos. Por primera vez en la historia, en los últimos diez años ha comenzado un pequeño cambio de tendencia. Sin embargo, la falta de políticas estructurales en la zona rural, la ausencia de servicios básicos de calidad en educación, salud, transporte o saneamiento, continúan ejerciendo gran presión en la población que abandona sus lugares de origen hacia la capital del estado o las regiones del sur del país.

El sistema de propiedad de la tierra continúa siendo latifundista. Pocas personas poseen las tierras que cultivan y dependen de los dueños. Esto hace que pese a muchos años de trabajo duro en el campo, la mayor parte no hayan salido de una economía de apenas subsistencia.

El analfabetismo se sigue cebando con la población a pesar de los esfuerzos realizados por el FUNDEF (Fondo de Mantenimiento y Desarrollo de la Enseñanza Fundamental y de Valorización del Magisterio) y los programas de alfabetización de adultos que se han puesto en marcha. El 33,76% de la población de la diócesis aún no sabe leer y escribir. Algunos municipios como Granja y Barroquinhas llegan al 49,80% y tienen los peores índices de desarrollo humano (IDH) del país.

Entre los proyectos e iniciativas que ha tenido la pastoral social de la diócesis desde la llegada de Hernández están los Programas de Generación de Trabajo mediante cursos de capacitación profesional y de implantación de proyectos económicos alternativos en las comunidades de base.

También se han creado programas especiales para la región semiárida, con talleres de diagnóstico de recursos hídricos, cursos de construcción de cisternas de placas, cursos de construcción de barreras subterráneas (hasta el momento, ocho) y de organización de la silvicultura, proyectos de asentamientos rurales en terrenos de la diócesis o la instalación de bombas hidráulicas comunitarias.

También en el campo del cooperativismo se creó el “Almacén del pueblo” para garantizar la comercialización de productos agroecológicos procedentes de explotaciones familiares y se implantaron 26 unidades productivas rurales. Además, se han organizado mercados libres mensuales para facilitar la comercialización de productos.

Uno de los campos que más esfuerzo ha suscitado es el apoyo a la reforma agraria, asesorando a las comunidades rurales sobre los procesos de obtención de la tierra dentro de los parámetros legales (asentamientos, reservas extractivistas, polos de desarrollo sostenible en quilombos y comunidades indígenas).

Uno de los programas más visibles ha sido “Un millón de cisternas”. Se trata de una alternativa simple para captar agua de lluvias en depósitos de 16.000 litros, que son suficientes para garantizar el abastecimiento de una familia por un periodo de seis a ocho meses.

Cada familia participa en el proceso de construcción del depósito y recibe un curso de 18 horas sobre la administración de los recursos hídricos, ciudadanía y convivencia con el entorno semi-árido. Aproximadamente 14.000 personas cuentan hoy con este servicio tras haberse construido unos 2.700 depósitos de placas.

“Un millón de cisternas” tiene un complemento en el programa “P1+2”, llamado “Una tierra y dos aguas”. Una vez que la familia ha construido y usa su cisterna de recogida de aguas pluviales y ha garantizado el agua de consumo, recibe cien esquejes de árboles frutales y plantas medicinales y la formación necesaria para obtener nuevos recursos con estos elementos.

SIGUIENTE PÁGINA: 5. Una diócesis local dentro de una Iglesia nacional


ÍNDICE DE PÁGINAS DEL REPORTAJE

.