La bandera de Brasil, la del estado de Ceará y el mapa del estado de Ceará. En blanco, los municipios que conforman la diócesis de Tianguá, en el noroeste del Estado, fronteriza con el estado de Piauí.

El agustino recoleto Francisco Javier Hernández ha servido a la Iglesia como obispo de la Diócesis de Tianguá (Ceará, Brasil). Al cumplir 20 años de episcopado, hacemos con él balance.

La diócesis de Tianguá está situada en la región noroccidental del estado de Ceará, en el nordeste de Brasil, a unos 315 kilómetros de la capital del estado, Fortaleza. Sus 9.680 kilómetros cuadrados limitan con el océano Atlántico, el estado de Piauí y las diócesis de Sobral y Crateus en el mismo estado de Ceará.

Dentro de su amplio territorio hay tres ámbitos geográficos y climáticos: la Sierra Grande de Ibiapaba, que incluye ocho municipios, y la zona del litoral atlántico, que tiene otros cuatro municipios. Otra pequeña parte de la diócesis, con tan solo un municipio, está en la zona semidesértica situada al pie de la sierra por el lado opuesto al mar.

El clima también es muy diferente en estas regiones. El 80% de la diócesis sufre sequías cíclicas y frecuentes, con tierras pobres y arenosas, situadas dentro del llamado “polígono de las sequías”, una región que ha sufrido a lo largo de la historia grandes migraciones. Algunas zonas de la sierra tienen un clima más templado, agua y tierras fértiles. Y la zona litoral tiene un clima especialmente apropiado para el turismo.

La población estimada de la diócesis es de casi 450.000 habitantes. Entre el 60 y el 70% vive por debajo de la línea de la pobreza. La mayor parte de los cultivos son plantaciones de subsistencia, aunque la industria agroalimentaria se va desarrollando en la zona serrana con actividades de horticultura y floricultura. Otros productos importantes de sector primario son la caña de azúcar, la carnauba, el anacardo y, en el litoral, la pesca.

La industria agroalimentaria ha llegado a través de procesadoras de zumos, dulces, caña de azúcar, licores, manufacturas de cuero y etanol. El resto del sector secundario no tiene gran peso en la economía local. Hay pequeñas industrias de confección, calzado, muebles y sal.

El sector terciario está dominado por la siempre extensa administración pública en los tres niveles: local, estatal y federal. También hay un importante comercio y oficinas privadas de profesiones liberales. Sí hay un importante número de talleres clandestinos y muchas personas reciben sus únicos ingresos de la economía sumergida, sin contratos ni salvaguarda de sus derechos laborales y sociales.

Aún así, siguiendo el paso del propio país en los últimos años, la economía mejora sustancialmente en los últimos tiempos. El crecimiento en el sector de la construcción es patente y hay nuevas inversiones inmobiliarias en casi todas las ciudades de la diócesis.

En la zona rural se notan más las dificultades económicas. Sin embargo, la llegada de las pensiones de jubilación para los trabajadores del campo ha mejorado la vida de las personas que hasta ahora no tenían ningún ingreso económico constante.

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