Es éste un recorrido por la realidad de Sierra Leona, un país en el que los Agustinos Recoletos han dejado ya su marca. El autor, con el alma herida y enamorada tras un año en el país, narra su relato a veces en primera persona, otras desde la mirada objetiva del observador, con trazos de humor y de sueños de futuro para este país.
“Todos somos hermanos y hermanas”. Frase del género de la “alianza de las civilizaciones” que se oye a todas horas en Sierra Leona. En parte ha servido para curar heridas de la guerra civil. Pero también es una de esas verdades de Perogrullo que no significa nada, porque no tiene reflejo en la acción tras su pronunciación.
La sociedad en Sierra Leona es complicada. Como en toda África. Es fácil ver en las fronteras del continente cuánta escuadra y cartabón se ha usado. Y llegar a un acuerdo tras el “quítame allá y dame aquí” es fácil, si no fuera porque detrás de esas líneas rectas se esconden culturas, lenguas, tradiciones y formas de ser que deben convivir en un contexto impuesto por el dibujante de un salón europeo del siglo XIX.
Creo que en el mapa de España, por ejemplo, no habrá en las divisiones territoriales líneas rectas de más de 30 kilómetros. El curso de los ríos, los valles, otros fenómenos naturales han dibujado fronteras más realistas. En la antigüedad eran lo que determinaba que unos pueblos poblasen unos lugares y no se expandiesen: cadenas montañosas, ríos difíciles de cruzar, climas distintos.
El mapa africano nunca tuvo en cuenta el mapa tribal. Y eso ha sido fuente de quebraderos de cabeza en nuestros días. Sierra Leona tiene en sus fronteras actuales muchos pueblos. Los dos mayores son los Mende (30%) y los Temne (30%). Otro 30% de la población se lo reparten entre los pueblos Bullom, Fullah, Gola, Kissi, Kono, Koranko, Krim, Kru, Limba (el mayoritario en Kamabai), Loko, Malinke, Mandingo, Sherbro, Susu, Vai, y Yalunka.
Y el 10% que nos falta del porcentaje son Krio (descendientes de esclavos liberados de Jamaica que se establecieron en la península de Freetown a finales del siglo XVIII) y un pequeño (pero muy influyente) número de europeos, libaneses, pakistaníes e indios. Los resortes económicos están en manos de estos últimos; los políticos y culturales, en las de los Krio, cuya lengua es la franca del país.
Algunos de estos pueblos no son exclusivos de Sierra Leona. Los Fullah, por ejemplo, están por toda África Occidental porque son seminómadas; siempre que veas pastores con vacas en la región, son Fullah, ganaderos por excelencia, siempre de un lado a otro buscando pastos. Los Mandingo, originarios de Mali, tienen pequeñas pero influyentes comunidades por todo el país, son negociadores y emprendedores.
Dado que el poder local está en manos de autoridades absolutistas, es fácil entrever dónde radica el problema étnico. En Kamabai, por ejemplo, las elecciones para jefe regional (Paramount Chief) siempre causan un problema grave. Los limbas son mayoritarios, pero presentan muchos candidatos porque no suelen ponerse de acuerdo. Los Mandingo son menos, pero son prácticos, presentan un solo candidato al que votan todos, y suele ganar. Tener un jefe mandingo en un área limba crea tensiones, heridas que escuecen, a veces heridas reales por violencia.
El principal lazo social es el étnico, entre otras cosas porque las lenguas son muy diferentes y no tienen nada en común, ni gramaticalmente ni en el vocabulario. También son diferentes las culturas, desde los modos de construcción hasta la idiosincrasia o la forma física. Por ejemplo, las sociedades secretas tienen un poder inmenso entre los limbas, y son anecdóticas entre los mandingo. El peso específico de la tribu en las relaciones sociales es mayor cuanto más rural es la región.
Religión y política no tienen tanta fuerza. Hay católicos limbas, fullahs, mandingos o lokos; en una misma familia hay diversas confesiones religiosas sin ninguna dificultad para nadie. Y ninguna de las etnias es fanática de ninguna religión. Respecto a los partidos políticos, incluso por ley, éstos no pueden pertenecer o representar a una etnia concreta, so pena de ser prohibidos.
Pese a todo, el sistema étnico está en crisis. Como siempre, la escuadra y el cartabón de las fronteras geopolíticas y la globalización hacen que hoy estemos en pleno cambio de un sistema tribal a un sistema nacional. Las políticas de los gobernantes desde la independencia han estado teledirigidas a este objetivo.
El Krio es ya la lengua franca y común. Quien no sabe hablarlo es considerado “paleto” y “antiguo”. Los alumnos de los colegios de Kamabai entienden a sus abuelas y abuelos cuando hablan en limba, mandingo o fullah, pero ni se les ocurre hablarlo en el día a día entre ellos porque se sienten inseguros.
Mamudu, uno de los pequeños que visita la misión, me confesaba que le da vergüenza hablar en mandingo con su abuela, y eso que la abuela no entiende otro idioma. Tiene un inglés excelente para lo común entre los chicos de su edad, y la lengua en la que se muestra cómodo es el Krio. Habla con sus amigos en otras lenguas sólo por diversión, para poner motes o por juegos de adolescente.
Entre sus amigos hay mandigos, limbas, fullahs y hasta un mende, no muy habitual en Biriwa; también hay católicos, wesleyanos y musulmanes; él es musulmán, pero pasa la mayor parte del tiempo en la misión católica. Es quizá uno de esos casos que hacen ver que la influencia tribal puede cambiar mucho en los próximos años.
Pero, al mismo tiempo, el cambio va a dos velocidades: los chicos de ciudad o de poblaciones que son capital de región, lo viven de un modo; los de zonas remotas y rurales siguen fielmente los postulados de sus antepasados. En las aldeas suele haber poca mezcla étnica. Y en 2008, sin irnos tan lejos, ya se dio en esa zona rural de Kamabai un conato de violencia entre mandingos y limbas que llevó a la presencia del Fiscal General del Estado en Kamabai a finales de 2010 para mantener una reunión sobre el asunto con todos los jefes locales.
Para los pequeños de Kamabai el tema era aburrido y de nulo interés, pero no la reunión, porque desde Freetown se desplazó toda una parafernalia de políticos y oficiales del Ministerio de Justicia en helicóptero. Fue el ‘show’ más comentado en un par de semanas. En realidad, si este asunto se fuese de las manos, podría causar más problemas de los que a primera vista parece.
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