Es éste un recorrido por la realidad de Sierra Leona, un país en el que los Agustinos Recoletos han dejado ya su marca. El autor, con el alma herida y enamorada tras un año en el país, narra su relato a veces en primera persona, otras desde la mirada objetiva del observador, con trazos de humor y de sueños de futuro para este país.
Sierra Leona tiene fama entre sus vecinos de lugar en el que no se puede confiar en nadie. En las grandes ciudades, el único lugar donde existen, los supermercados, restaurantes, hoteles, tiendas de materiales de construcción, absolutamente siempre, tienen como encargado de caja a un extranjero, dueño del negocio o familiar del dueño: chinos, libaneses, ingleses, italianos…
Las cifras macroeconómicas y los indicadores de bienestar asustan. Sobre todo al observar datos de los últimos veinte años, porque nos damos cuenta de que la guerra civil de la década de los 90 produjo un retroceso de 30 años en el país.
Según el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el propio gobierno sierraleonés, Sierra Leona tiene 5,7 millones de habitantes (año 2009), con un crecimiento poblacional del 2,4%.
El producto interior bruto del país es de 1.900 millones de dólares. Por hacernos a una idea, el patrimonio del hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, es de 53.500 millones de dólares; el español Amancio Ortega, situado en el puesto número 9 según la revista Forbes, tiene un patrimonio de 25.000 millones de dólares. En el mundo hay 1.011 personas que poseen más de 1.000 millones de dólares. Lo cierto es que entre 1991 y 2003, Sierra Leona perdió el 5,3% de su PIB mientras que los precios aumentaron el 288,46%.
Eso significa que cada sierraleonés es dueño de 341 dólares (PIB per cápita). En este indicador, Sierra Leona ocupa el puesto 164 de los 170 países cuya lista ofrece el Banco Mundial. Por comparar, el PIB per cápita español es de 32.545 dólares (puesto 23), el mexicano de 14.337 (puesto 53) y el brasileño de 10.427 (puesto 71). El PIB per cápita mundial es de 10.671 dólares (Brasil casi coincide con la media mundial).
El país tiene un crecimiento anual del 4%, pero los precios para el consumidor subieron el 14,8% en 2010, con lo que ese modesto crecimiento se anula a la hora de que la población pueda sentir sus beneficios.
La expectativa de vida ha subido de los 42 años del año 2000 a los 47 del 2009. La mortalidad infantil se sitúa en el 122,8 por cada 1000 nacimientos, y el 54% de las mujeres entre 15 y 24 años son analfabetas. El 1,7% de la población de entre 15 y 49 años es portador del SIDA. Sólo el 49% de la población tiene acceso al agua potable y el 13% cuenta con acceso a la atención sanitaria. Lógicamente, estas cifras empeoran cuanto más rural es la región. Y no podemos dar estadísticas de empleo porque… ¡no existen!
En las regiones rurales, la economía es de pura subsistencia. No hay oficinas, empresas, fábricas, negocios, y sólo unas pocas tiendas como “supermercado del pueblo”. En todo el Biriwa Chiefdom, cuya capital es Kamabai, hay una sola tienda. El comercio se realiza en los mercados, algunos permanentes como el de Kamabai, otros semanales llamados “lomo” en las aldeas, en los que la compraventa está fuera de toda economía formal. Las familias comen lo que plantan. Y viven para plantar.
Un mínimo porcentaje de la población trabaja por cuenta ajena. Y los salarios dicen todo: los más privilegiados, entre 200.000 y 300.000 leones (de 40 a 60 euros mensuales). La mayoría, en torno a los 150.000 leones (30 euros).
Salarios con los que alimentar una familia numerosa y extendida: 5,2 hijos por mujer, en un gran número de casos más de una mujer, y presencia de primos, tíos, gente de la misma aldea de origen… Hay 15 habitantes por hogar.