Escena de San Agustín y el ángel. Casa de la comunidad de Santa Rita. Madrid. Agustinos Recoletos.

Juan Barba, pintor madrileño fallecido en 1982, maestro de la penumbra y del desgarro, es un pintor tan desconocido como sorprendente. Parte de su obra ha salido a la luz en los últimos meses, haciéndole resurgir de las cenizas de la historia del Arte. Los Agustinos Recoletos y su espiritualidad fueron durante muchos años una de sus fuentes de inspiración.

La Orden de Agustinos Recoletos fue durante algunos años receptora de muchas de las obras de Barba; algunas, especialmente las de corte religioso y espiritual, porque le fueron directamente encargadas para algunos lugares concretos: la cripta y cuadros de San Pío X y de la Consolación en la iglesia de Santa Rita; los cuadros de santos de la Orden y los evangelistas de las pechinas en la iglesia conventual de Marcilla, junto con un retrato del patrono de la Provincia religiosa, San Nicolás de Tolentino y una Última Cena en la capilla de la comunidad; el cuadro de San Ezequiel Moreno en Monteagudo; y, finalmente, los retratos de los priores generales en Roma. Otros se fueron adquiriendo al propio artista sin que previamente intermediase una petición.

En Santa Rita de Madrid pueden encontrarse en la casa de la comunidad dos obras de gran amplitud: una escena típica de San Agustín, que muestra la anécdota de su intento de explicación de la trinidad divina, en la que un ángel le explicó que era más fácil meter todo el agua del mar con un pequeño recipiente que entender la forma de ser de Dios; y una muerte de Santa Mónica de especial dramatismo e interés, un cuado sumamente oscuro pero con un acertado juego de luces y sombras sobre la escena de la última agonía de la santa madre de Agustín de Hipona.

También existen diversas Últimas Cenas realizadas por el artista; una preside la capilla de la comunidad de Marcilla, y otra el comedor de la comunidad del Colegio San Agustín de Valladolid. Ambas tienen factura parecida, y están diseñadas para ser vistas desde una posición determinada; en el caso de Marcilla, el observador siempre debe estar por debajo del cuadro, dada la gran altura de la capilla comunitaria. Ambos cuadros son de gran amplitud.

En total, hay algo más de 70 obras del artista entre las expuestas o en lugares accesibles al público (que son las menos) y las guardadas en depósito. Recorren la casi totalidad de estilos y épocas del pintor, y son muy diferentes en tamaño, formato y técnica. Exceptuando el gran mural de la iglesia madrileña de Santa Rita, las de mayor tamaño son la Gloria de San Ezequiel Moreno (de 3,12 metros de ancho por 1,68 de alto) de Monteagudo y los cuadros de San Agustín y de San Ezequiel Moreno en la iglesia de Marcilla (de 2,80 metros de alto por 1,42 metros de ancho, por tanto en formato vertical). Pero también hay algunos pequeños bocetos no expuestos realizados en hojas de bloc o en pequeñas cartulinas de 12 x 17 centímetros.

En la extensa colección hay bocetos diversos (algunos en el reverso del lienzo u hoja), cartulinas, grabados en plancha y láminas de cobre, dibujos a carboncillo, dibujos realizados con la técnica de blanco sobre negro o a un solo color, a veces realizados a la cera, óleos sobre tabla y lienzo, incluso algún raro dibujo al pastel sobre lámina de cobre o de sanguina.

Fuera de la temática religiosa, sobresalen las escenas naturalistas, muy al estilo de Barba, con rostros deformes, ancianos con muletas o bebiendo del porrón, mendigos, escenas de tasca o taberna, y paisajes. También hay autorretratos o un curioso dibujo con un animal mitológico que no tiene parangón en el resto de su obra.

Puede resumirse todo ello en estos números:

  • Óleos sobre lienzo: 32
  • Cartulinas (carboncillo, lápiz, sanguina, cera): 18
  • Óleos sobre tabla: 7
  • Bocetos y otros: 5
  • Láminas de cobre: 4

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