Fachada de la iglesia desde la calle Gaztambide.

El templo de la iglesia parroquial de Santa Rita de Madrid, situado en la calle Gaztambide 75, en el barrio de Chamberí y muy cerca de Ciudad Universitaria, ofrece en su interior toda una explosión de arte figurativo que reproduce las principales características del carisma agustino recoleto.

Si entramos en la calle Gaztambide siguiendo las líneas de la residencia de religiosos, nos encontramos enseguida, llamando la atención hacia lo alto, con dos livianas torres; intentan marcar un espacio sagrado, rompiendo la simetría de las edificaciones colindantes. La fachada de la iglesia continúa la línea de todo el conjunto, formando un todo armónico con el resto; pero dos elementos subrayan y dignifican el carácter sagrado del templo:

  • Las dos torres que, siguiendo la tradición del Madrid de los Austrias, van cubiertas con sus chapiteles de pizarra y se elevan al cielo coronadas por la cruz.
  • El contraste entre el color intensamente rojizo del ladrillo que domina todo el resto del edificio con el granito gris del Guadarrama y el blanco de la piedra caliza de Colmenar de Oreja. Un inmenso retablo en piedra, amplia obra escultórica de “Penella”, llama poderosamente la atención.

El retablo de la vida de Santa Rita

Sobre un basamento de piedra gris en que se abren las tres grandes puertas de la iglesia, se asienta el gran retablo que abarca los cinco pisos del edificio. Se divide verticalmente en cuatro calles, que multiplicados por los cinco pisos nos ofrece veinte rectángulos casi cuadrados.

El espacio correspondiente a cuatro de los rectángulos centrales de los dos pisos inferiores lo ocupa un grupo escultórico; y los dieciséis restantes paneles narran la vida de la santa titular, Santa Rita de Casia; todo ello realizado con piedra cristalina, dura y blanca, de Colmenar.

Sobre un pedestal en el que reza inscrita la invocación “Sancta Rita ora pro nobis” (Santa Rita, ruega por nosotros), se alza el grupo escultórico, que representa a la santa italiana ayudando a los menesterosos, obra de “Penella” como todo el retablo. Mide cuatro metros de altura. La santa inclina la cabeza hacia un joven matrimonio cuyo hijo es sostenido por su madre en petición de protección.

Las tres figuras son recias, vigorosas. El artista ha logrado dar un fuerte dinamismo a la escena: aunque el cuerpo de la santa, vestido con el hábito de agustina y ceñido por la correa, se yergue recto, gira la cabeza cubierta con la toca agitada por el viento hacia la derecha, mientas sus brazos se extienden al lado contrario, portando una leve cruz metálica en su mano derecha.

El esposo, casi de perfil y medio sentado, con el torso desnudo, eleva su brazo en gesto de súplica. La esposa ofrece el movimiento mayor, con volúmenes quebrados y postura forzada: sentada en el suelo, apenas logra sostener al robusto niño que se agita en su brazo izquierdo, mientras la madre se torna hacia Rita y eleva el brazo derecho hacia ella.

La vida de Rita está en un gran retablo en la calle. Los dieciséis casetones, incrustados sobre el ladrillo rojo, resaltan la blancura de la piedra y están encajados en marcos de la misma piedra de Colmenar. De izquierda a derecha y de arriba abajo nos presentan otras tantas escenas de la vida de la santa de los imposibles. Son las siguientes:

  1. Un ángel anuncia su nacimiento a sus padres.
  2. Bautismo de la santa.
  3. Un panal de abejas anida en su boca.
  4. Sus padres la proponen el matrimonio.
  5. Vida familiar de Rita con su esposo y sus dos hijos.
  6. El esposo maltrata a Rita de Casia.
  7. Asesinato de su esposo.
  8. Oración y penitencia de Rita viuda.
  9. Rechazo de su petición de ingreso al convento de agustinas.
  10. Sus santos protectores —Juan Bautista, Agustín y Nicolás de Tolentino— le facilitan el ingreso.
  11. Rita admitida por las religiosas agustinas de Casia.
  12. Las gentes acuden a Rita.
  13. Obediencia de Rita regando una vid seca.
  14. Recibe el estigma de la espina de Cristo.
  15. El milagro de los higos y de las rosas.
  16. Muerte de Rita.

Ese gran panel esculpido repite la tradición iconográfica de ciertos grandes retablos, pero ahora trasladado a la fachada y en armonía con la simplicidad del conjunto arquitectónico de la fachada. Penella ha elegido una estética figurativa adecuada a la narración de la vida de la santa.

En su conjunto, las dieciséis escenas presentan, como es bien explicable, unas características similares, en contraposición al grupo escultórico antes visto. El estilo narrativo se hace esencialista en cuanto a la selección de los personajes y los elementos imprescindibles.

Predomina en la composición y en los ropajes de los personajes un aire florentino del “cinquecento”, muy de la época en que vivió Rita. En general la escena la dominan dos o tres personas, a veces una sola, en suaves posturas, quebradas por algún detalle de leve movimiento: una pierna adelantada, un giro del tronco o la cabeza…

Así, la composición se encuadra en la postura contrapuesta, de frente y de espaldas, de los personajes de los extremos. A veces, un cestillo o un jarrón sobresale hacia el exterior, procurando profundidad a la escena y colorido detallista. Al fondo, las figuras secundarias se degradan y apenas se abocetan.

Así, la fachada nos prepara suavemente, tras esta ambientación de sencilla pero profunda belleza, para entrar en el recinto sagrado donde adorar a Dios en su grandeza de la mano de una de sus santos.

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