El templo de la iglesia parroquial de Santa Rita de Madrid, situado en la calle Gaztambide 75, en el barrio de Chamberí y muy cerca de Ciudad Universitaria, ofrece en su interior toda una explosión de arte figurativo que reproduce las principales características del carisma agustino recoleto.

La inauguración del templo tuvo una gran repercusión en los periódicos y emisoras de España, especialmente de la capital, y aun del extranjero, desde los días previos a su apertura al culto. Recogemos algunos de los testimonios especiales aparecidos en prensa en aquellos días.

ABC: “Monumentos, elementos y esperpentos”, por César González-Ruano

César González-Ruano, ABC 05/11/1959, Edición Madrid. Página 29.

“(…) Ciertamente no andamos muy sobrados de monumentos buenos, ni siquiera de monumentos abundantes.

Tal vez es caro el capítulo éste, y los escultores tienen más solicitudes de retratos, capitanes a caballo para los países americanos, algo de arte religioso y mucho de auxiliares de la arquitectura, lo que es una seria amenaza para la escultura en sí, aunque existen excepciones de calidad y acierto como la obra de Antonio Penella en el recién inaugurado templo madrileño de Santa Rita, en la calle de Gaztambide, una de las más nobles y afortunadas realizaciones de los últimos años españoles”.

Radio Nacional de España (RNE), Informativo 14:15 horas, 17/10/1959

RNE informó de la inauguración de la iglesia de Santa Rita con una entrevista en un informativo el mismo día 17 de octubre, del que contamos con parte de la transcripción. Además, la entrevista se volvió a emitir para América en la edición nocturna del noticiario. Al día siguiente también se mencionó la noticia de la bendición y misa pontifical. Ésta es la transcripción de la entrevista:

“La capital de España dispone desde estos momentos de una nueva iglesia levantada por los padres Recoletos y situada en la calle de Gaztambide esquina a Cea Bermúdez. Para que nos hable sobre las vicisitudes de este nuevo edificio religioso, se encuentra en nuestros estudios el reverendo padre Manuel Carceller, a quien preguntamos:

— Díganos, por favor, P. Carceller, ¿por qué construyeron ustedes su iglesia en forma circular?

Al darle a nuestra iglesia la forma circular, no buscamos forzosamente algo singular o sugestivamente bello; fueron necesidades del espacio de que disponemos las que nos impusieron el hacer tal distribución de solar; ahora bien, ya inicialmente, con los planos en la mano, intuíamos y deseábamos construir algo digno.

— Pero ustedes han elevado un edificio religioso propio de figurar en las guías turísticas.

La verdad es que, conforme levantábamos esta iglesia de Santa Rita, se apreciaba que se iba logrando algo fuera de lo usual: un conjunto arquitectónico, artístico-religioso, que quizás modernamente no se haya tenido en cuenta cuando se elevan edificios de este género, que ha producido tal vez una iglesia que puede servir de ejemplo para construcciones futuras.

— ¿Por qué han puesto ustedes esta nueva iglesia bajo la advocación de Santa Rita de Casia? ¿Acaso temían no llegar a su conclusión?

Santa Rita es agustina y por tanto, al ser nuestra y además tan popular, y coincidir que no tenía en Madrid una iglesia dedicada, decidimos ponerla bajo su advocación. Le confieso, ante la magnitud de la obra realizada, nos pasó también por el pensamiento que la abogada de los imposibles suavizaría cualquier dificultad que se nos presentase.

— Y así ha sido, ¿verdad, padre Carceller?

Hasta el punto que —puedo decirlo con satisfacción— la iglesia está terminada por completo; de esta forma evitamos que posibles añadiduras —hoy innecesarias— no concordaran con lo hasta ahora construido.

— Padre Carceller, háblenos de su iglesia.

La iglesia de Santa Rita de Casia, que acabamos de bendecir, tiene de diámetro interior alrededor de los veintiséis metros; de altura son veintiocho; el templo es un cono truncado, cuya parte superior tiene un diámetro de dieciséis metros. Así pues, al entrar en el mismo, la impresión que produce es de elevación. Sensación a la que colabora la imagen de la santa situada en el altar mayor y en actitud ascendente.

—¿Cómo distribuyen ustedes la luz natural?

La bóveda dispone de ventanales no visibles que le proporcionan luz que refleja en el interior del templo. Además, éste tiene tres series de ventanales con vidrios de color que van de arriba abajo, de gama oscura, a más transparente. Así pues, nuestra iglesia tiene abundante luz solar, sin que sea cegadora.

— Y en cuanto a los altares, ¿qué puede usted decirnos?

Además del altar mayor, la iglesia de Santa Rita dispone de seis altares, completamente diferentes cada uno, cosa ya buscada. El de San Agustín, de fondo de piedra sin labrar; el de San José, de madera, incluso su mesa de altar; la Virgen de la Consolación, imagen de cerámica y fondo de ladrillo; el de San Pío X, cuadro pintado y fondo de azulejos; el del Pilar, con imagen copia exacta de la de Zaragoza y fondo armonizado, con escenas de la vida de Santiago. En cuanto a la capilla del Santísimo, su fondo es un fresco de Farreras, con la pintura del Señor invitando a la comunión.

—¿Por qué han construido ustedes la cripta?

San Nicolás de Tolentino es el titular de nuestra Provincia religiosa. Más que sólo un altar quisimos dedicarle algo en particular y por ello pensamos en la cripta. Es todo un mural, con el santo en actitud de celebrar la misa, con escenas de la vida del santo y del purgatorio, por ser este santo protector de las benditas almas.

— Los padres Recoletos estarán satisfechos de la obra realizada, ¿no es así?

Sumamente satisfechos, esperamos que los fieles también lo estarán. La iglesia ha sido construida para mayor gloria de Dios y bien de las almas”.

Muchas gracias por sus declaraciones. Han escuchado ustedes una entrevista con el padre recoleto Manuel Carceller, con motivo de la bendición de la nueva iglesia de Santa Rita de Casia, levantada por los Padres Recoletos de San Agustín y situada en la calle Gaztambide, esquina a Cea Bermúdez.

Semanario “El Español”, 11-17/10/1959: “Una muestra singular del moderno arte religioso español”

“Por muchas razones de todo orden, la nueva iglesia de Santa Rita de Casia resulta un templo hecho con un cuidado y una unidad de criterio que no suele ser corriente en una época en que la prisa preside tantas actividades humanas.

(…) El fundador de los agustinos, el Padre de la Iglesia San Agustín, concibe la verdad como una irradiación que desde Dios se derrama sobre las criaturas. Dios, por lo tanto, sería como un sol que naturalmente iluminase a todo lo creado. Y es curioso observar que en la nueva iglesia de Santa Rita su planta se ha resuelto en forma redonda y desde la cúpula descienden como los rayos del sol, que no son otra cosa material que las nerviaciones del hormigón de la estructura.

Los artistas tienen intuiciones que encajan a la perfección en el verdadero sentido de las cosas. Los arquitectos Vallejo y Dampierre, autores del proyecto de la iglesia de Santa Rita, han acertado, por necesidades materiales del solar, a construir con la forma que más exactamente encajaba con la filosofía agustiniana.

(…) La verdad es lo que es. Esta definición del propio San Agustín para expresar la esencia de la verdad parece haber informado también y en un sentido estrictamente arquitectónico la labor de los proyectistas y de los artistas que han intervenido en la decoración interior. La piedra, el mármol, el ladrillo, el hormigón, la madera, el vidrio, todo muestra sus íntimas texturas sin enmascarar después con otros materiales que las recubran y deformen”.

Diario “Arriba”, 18/10/1959

“No hemos visto nunca una iglesia tan moderna y bonita a la vez. (…) Luminosidad, sencillez, transparencia. La iglesia de Santa Rita es moderna, clara, muy bonita: bajorrelieves, fachadas de imágenes, mosaicos, frisos, pinturas al fresco, decorados de cerámica, puertas, sacristía, accesos al convento, galerías, es un ejemplo de buen gusto. Iglesia moderna para tiempos modernos. Pero admirable, que invita a la meditación. No falta un detalle de candelabros, de velas, de campanillas. Todas las capillas de los siete altares tienen un encanto distinto en advocación e idéntico en el fin.”

Diario “Informaciones”, 21/10/1959

Acaba de ser abierto al culto uno de los más hermosos templos de Madrid

‘Han colaborado en su realización arquitectos y artistas de la más avanzada vanguardia’

‘Los Recoletos Agustinos, de tan vieja tradición, han querido ofrecer esta muestra de modernidad’

“Desde hace unos días se halla abierto al culto uno de los más hermosos templos de Madrid: el de los Padres Recoletos Agustinos, en la calle de Gaztambide. Se trata de una iglesia circular, en forma de cono truncado, de la más moderna concepción. Arquitectos y artistas de la más avanzada vanguardia han trabajado en él.

El templo tiene un diámetro interior por la base de 26 metros y 16 en la cúpula, con una altura de 28 metros. La impresión que se recibe al entrar es sorprendente, por el ambiente de serenidad y por su gran sencillez. Ni una sola columna de apoyo sostiene la gran bóveda. Desde la misma puerta puede admirarse el gran conjunto.

Recogimiento y quietud

Fue bendecido el templo el pasado sábado, y el domingo se dijo una solemne misa de pontifical, oficiada por monseñor Lahiguera. —La iglesia produce una gran sensación de recogimiento y quietud —me dice el padre fray Manuel Carceller— que invita a la meditación. Hasta hace poco celebrábamos los oficios en una capilla provisional. Pues bien: en estos días que lleva abierto el templo, hemos podido comprobar que el número de fieles se ha triplicado.

Efectivamente. Hoy por la mañana la iglesia se hallaba muy concurrida, Los que ya la conocen se sentían entregados fervorosamente a la meditación. Y los que entraban por primera vez no podían contener una impresión de asombro.

Una obra de nuestro tiempo

El templo es obra de los arquitectos señores Vallejo y Dampierre. En lo que se refiere a los motivos decorativos, han colaborado en ellos los mejores artistas del momento actual, como son Ferreras, Clavo y José Luis Sánchez, entre otros.

La iglesia ha sido realizada en mármol ocre, y para la decoración han sido elegidos materiales de gran nobleza, como son el hierro, la madera, la piedra y elementos de cerámica y mosaicos.

La cripta enclavada debajo del templo es otra obra admirable que merece contemplarse. En cuanto a la fachada frontal de la iglesia, se han realizado unos relieves que son un verdadero prodigio, especialmente el dedicado a Santa Rita, bajo cuya advocación se halla.

Desde 1595

La Recolección Agustiniana, de tan vieja tradición en Madrid, ha querido ofrecer ahora esta gran muestra del arte religioso de nuestro tiempo.

— La Orden —me dice el padre fray Manuel Carceller, cronista general de los Recoletos de San Agustín— fundó su primer convento en Madrid, extramuros de la Villa y Corte, el 25 de febrero de 1595. A este convento le debe su nombre el tan conocido Paseo de Recoletos.

El Prado Nuevo, o Prado de Recoletos Agustinos, se abrió como paseo en 1617, siendo una prolongación del Prado Viejo o Prado de San Jerónimo. Existía, además, una calle con el nombre de Recoletos, que es la actual calle de Génova.

Lo tradicional y lo moderno

Los padres Recoletos Agustinos han tenido el acierto de dotar a la Orden, de tan vieja tradición y simpático casticismo, de esta obra ejemplar de modernidad.

Los fieles se sienten en el nuevo templo en un grato clima de recogimiento y al mismo tiempo en un ambiente de magnificencia. Y el que tenga sensibilidad artística habrá hallado el lugar ideal donde cumplir sus obligaciones religiosas”.

(J. R. Alfaro)

Diario “La Gazzete de Liége”, Lieja, Bélgica, 03/09/1959

Este diario belga publicó algunos elogios de la nueva iglesia madrileña:

“Pren incontestablement place parmi les édifices modernes qui retiennent l’attention par leur extraordinaire modernisme mais aussi par un etonnant bon gout que le fair accepter par les personnes réputées, une des oeuvres d’architecture religieuse marquante de ce siécle”.

Revista “Astra”, mayo de 1959. Emilio Fornet de Asensi, “El nuevo templo de Santa Rita en Madrid”.

(…) “Antonio M. Penella, el conocido escultor, ha realizado los dieciséis altorrelieves y un grupo para el frontispicio del Santuario de Santa Rita, de los padres Agustinos Recoletos. Con esta obra de singular belleza, el joven estatuario se sitúa en un prominente lugar de avanzada del arte de España. Consciente de su base clásica, y acaso fiel a la sentencia de que ‘todo lo que no es tradición es plagio’, Antonio M. Penella, muy rico de excelente tradición latina, sin olvidar el hálito helénico que a él le llega de su naturaleza mediterránea, absorbe, desde la gran ciudad que hoy es crucial en la espiritualidad del mundo, Madrid, prisma y gema de España, cuanto de nuevo llega del ímpetu joven desde todas las puntas de la rosa de los vientos…

Por ahora Antonio M. Penella triunfa en el pleno equilibrio de su temperamento con la forma; y ha elevado uno de los estilos escultóricos más depurados, nuevo, eficiente y encantador, de la España actual. Los más audaces y valientes innovadores de nuestra arquitectura le requieren para cooperador escultórico de sus construcciones. Así, don Antonio Vallejo y don Fernando Dampierre, en el Santuario que nos ocupa. Ahora ha logrado nuestro escultor compenetrarse sensitivamente, y fervoroso, en cuanto a la poesía que religiosamente entraña la vida de la santa casianita, y realizar una valoración nueva, moderna, de su emocionante hagiografía.

Nuestro escultor, Antonio M. Penella, se ha encontrado con una rica gama de temas místicos de teologales resonancias y los ha llevado a la belleza de la expresión moderna, sin disminuir su aroma de milagro, su gracia ingenua medieval con la pureza de líneas y la música interior de poesía que ellas, en su elevación, requerían.

Lo inefable, lo difícil, y aun lo imposible —atributos de la advocación de Santa Rita— fue llevado a esquemática hermosura de la forma. Antonio M. Penella acierta a convertir en melodía una línea, o un plano de sus relieves, debido a su riqueza de intuiciones mágicas y a que domina la forma y la moldea, y la obliga a transparentar el espíritu…

En la misma teoría sacra de sus relieves de Santa Rita, uno de ellos, el que narra el milagro de las abejas que la alimentaron en la cuna, hay figuras que semejan gracias juveniles de Mitileme, o de Lesbos, al son de las flautas azules, bajo un cielo de mármol de Delos, de añiles radiantes. He leído que los mármoles del templo griego de Delos los perfuman con esencia de rosas. Algo de óleo de rosas, las finas rosas helénicas, hay en ese altorrelieve de las abejas de Antonio M. Penella.

Narrador de los milagros de la santa ‘de la espina en la frente’, Antonio M. Penella ha logrado que sus altorrelieves y el grupo de la Santa sean también, por su belleza, su sencillez y su fácil hermosura, un ‘milagro’ también. Y ese acierto suyo va acorde con el otro grande acierto, el arquitectónico. Don Antonio Vallejo y don Fernando Dampierre, ilustres arquitectos españoles, han realizado un proyecto de una audacia y una valentía admirable. Escribo esto cuando aún no se ha inaugurado el nuevo templo, radicado en la calle de Gaztambide. Está el interior en obras. Os metéis, de pronto, dentro de un cono altísimo, que resulta enorme, sugiriendo una grandeza Torre de Ángeles, bíblica, como de homenaje a los astros y planetas, satélites y soles que cantan en los espacios la gloria de Dios. Aquel círculo oblicuo se eleva, majestuoso, como el fósil de un astro, de un cometa… Había allí, incandescente, un fuego de lenguas rojas, y semejaba el resto de una hoguera de la nebulosa de Orión… Todo ese cono asciende, como un ímpetu astral, hacia la glorificación de la bóveda, eclosión del esplendor del espíritu.

No; no puede detenerse el gran arte. Pertenece a la alegría del espíritu. Su vuelo es el milagro eternamente renovado. Así, Vallejo, Dampierre y Antonio M. Penella aciertan a avanzar en los caminos nuevos de la estética de nuestro siglo XX; pero con un sentido y una emoción eterna de la belleza ideal, inspirada en la armoniosa creación de Dios.”

Semanario “El español”, 31/08 a 06/09/1959. Entrevista a Antonio M. Penella.

“Sobre el cielo puro —apoteosis velazqueña— de Madrid una veleta se ha abierto sitio. Es ahí mismo, cerca, en la calle de Gaztambide. Cerrad los ojos y veréis de pronto una torre altísima, gala de los aires y paraíso de los pájaros, como una Babel de silencios innumerables. Es la iglesia de Santa Rita, en Madrid. Una iglesia nueva que manos de hombre levantan en un esfuerzo difícil y arriesgado, para dar a Dios lo que es de Dios entre el tráfago urbano y la dispersión de la ciudad. Una iglesia bonita, además. Sus arquitectos han conjugado valentía y audacia, fe y sensibilidad artística, en este nuevo templo, última condecoración religiosa sobre la urbe.

Pero bajad la vista palmos debajo de las torres. Detenedla a la altura del frontispicio y veréis todo un retrato de altorrelieves festoneando la fachada. Detened la vista, por favor. Toda la ilusión y la sensibilidad de un escultor, que suele ser mucha, se han dado cita aquí en estos dieciséis cuadros escultóricos, como una llamada al arte siempre eterno y siempre esquivo.

En esta obra la escultura y la plomada han ido de la mano. Y ahí están sus resultados. Su autor, Antonio Martínez Penella, que es joven y es artista no quiere hablar de ello. Se limita a sonreír. Pero yo he visto sus ojos irse para el horizonte embargados de una emoción infalsificable, turbados por el aguijón de la mejor esperanza, perderse en la lejanía de su contemplación. Y es que Penella ha visto el nuevo santuario de los padres Agustinos Recoletos levantarse poco a poco, majestuosamente, casi como se alza el sol, en la gloria del cielo. Ha vivido las vísperas zozobrantes e inquietas. Nadie mejor para contarnos su génesis que quien ha narrado en piedra —alarife y devoto— las más puras esencias.

El conjunto tiene más de 80 figuras en piedra de olivillo de Almería. Representan escenas de la vida de Santa Rita de Casia. Escenas que, por cierto, tienen todo el sabor de un milagro medieval, de claro timbre seráfico. En dieciséis relieves ha compendiado la vida de esta mujer del siglo XIII en sus tres fases de infantina, esposa y viuda trágica. (Y de religiosa, añadimos).

  • ¿Se documentó concienzudamente sobre Santa Rita de Casia o prefirió dejarse llevar de la intuición o del automatismo?
  • Me leí sencillamente toda su vida. Es lo honesto. Por cierto que su lectura me sirvió de unos auténticos ejercicios espirituales…
  • En resumen, ¿de qué obra se siente más satisfecho? (Intuyo una contrarrespuesta y añado) ¿Qué obra cree menos imperfecta?
  • Decididamente, esta última (Santa Rita).

La estatua de la santa casianita y de su vida narrada en altorrelieves. Es un ambicioso intento de utilizar la escultura como ornamentación eficaz en la arquitectura”.

Diario “YA”, 11/09/1959. Antonio Cobos, “Tendencias artísticas nuevas en un templo madrileño”

“En fecha muy próxima será abierto al culto un nuevo templo agustiniano que se está construyendo en la calle de Gaztambide y que será seguramente un modelo de lo que debe ser una iglesia de hoy. Templo éste cuya estructura arquitectónica, elementos decorativos e interpretaciones artísticas religiosas cumplen su función específica de ayudar a los fieles en su elevación espiritual, sin mengua de la belleza ornamental y sin desprecio para las tendencias artísticas más avanzadas.

Esta obra, en vías de conclusión, puede ser orientadora en unos momentos de acre polémica entre los aferrados a los viejos conceptos artísticos en la construcción de templos y los que creen alegremente que la casa de Dios puede ser exponente de interpretaciones religiosas saturadas de feísmo y hueras de unción, cuando no únicamente irreverentes.

Es evidente que el mal gusto del siglo pasado multiplicó en nuestra patria el número de iglesias decadente en cuanto a lo artístico, cuajadas de escayolas confiteriles y de imágenes blandengues y gazmoñas. Esta orientación hay que desterrar, pero teniendo mucho cuidado a las reacciones para no caer en el extremo contrario, que puede dar al traste con esa intimidad y calor que se precisan para rezar.

No podemos olvidar que los arquitectos juveniles se inspiran con frecuencia en modelos arquitectónicos nórdicos, fríos y desangelados, construyendo por ello templos muy atrevidos, sí, pero gélidos, y en los cuales los pobres fieles se sienten ateridos por el ambiente panteónico.

Pueden hacerse, qué duda cabe, templos modernos, pero acogedores, y se pueden exornar con imágenes todo lo estilizadas que se quiera, pero ungidas de religiosidad: el secreto está en la contención y el equilibrio a la hora de concebirles.

Arquitectura de nuevo templo

Han sido proyectistas y directores en la construcción los arquitectos Vallejo y Dampierre, que han logrado un pleno con su obra sorprendente.

La iglesia propiamente dicha es de planta circular y eleva sus nervaduras y paramentos a gran altura en forma de cono truncado. Con la casi convergencia de los machones en la altura se consigue una irreal sensación de lejanía celeste. Los elementos decorativos, albergados en los vanos verticales, constituidos por mármoles, maderas, mosaicos y vidrieras, tienen un cálido cromatismo. El altar mayor, con la misma altura que el templo, de retablo, acoge en su centro una gran talla en madera —realizada por Penella—, exenta y sin apoyo para sus pies. Sobre el conjunto, una Santísima Trinidad bizantinoide y con toques áureos, que es una espléndida muestra del arte del arte musivo de Javier Clavo. De este artista es también el Vía Crucis que discurre en derredor del templo, Siete altares, casi todos de estilo catacumbario, completan el conjunto.

Debajo del templo y en su centro hay una cripta circular, cuyas paredes están decoradas íntegramente con un extraordinario mural, realizado por Juan Barba sobre temas de la Ascensión del Señor, pasajes de la vida de San Nicolás de Tolentino, escenas misioneras y visión del purgatorio.

Los artistas en la nueva iglesia

Los arquitectos sí acertaron plenamente en la concepción de la obra, y en su decoración ulterior no se han quedado atrás a la hora de seleccionar escultores, pintores y mosaicistas.

El escultor Penella ha realizado con gran sentido decorativo y estilizadas suavidades en los volúmenes en la gran Santa Rita del altar mayor, un San Agustín y los encasetonados altos relieves de la fachada principal.

El mosaico —a la romana— que decora el altar mayor es excelente y prestigia a su autor, Javier Clavo. No tienen la misma altura los mosaicos del Vía Crucis, con algunos excesos en el expresionismo trágico.

Los altares secundarios se exornan con mosaicos e imágenes de José Luis Sánchez, Penella y Resti, Destaca en ellos un finísimo mural de Farreras.

Posiblemente la obra artística más inquietante de este templo es el mural de la cripta realizado por Juan Barba. Hay en ella temperamento, dibujo recto, sentido compositivo y una técnica oleísta mate convincente para un mural. Su estilo es clásico, pero con desgarramientos de dibujo y color que le confieren actualidad. Nos parece innecesario buscar a esta obra estirpes de Rembrandt y Goya. Es en realidad la consecuencia de todo el sentido tráfico de la pintura española que empuja la sensibilidad de Barba.

Dudamos mucho que en la actualidad ningún muralista español pueda superar esta obra, y desde luego afirmamos que siendo todo el mural de Barba extraordinario, si el artista llega a conseguir en el todo la altura artística del grupo de Cristo recogido por las manos del Padre, estaríamos ante una obra sencillamente genial.

Diario “El Noticiero”, Zaragoza 20/10/1959, Castán Palomar, “Un nuevo altar a la Virgen del Pilar en Madrid”

“Es originalísimo el nuevo templo —obra de los arquitectos Vallejo y Dampierre— que, por la configuración del solar en que ha sido alzado, había de ser resuelto con tan buen ingenio como buena técnica. Y esto dentro de un moderno sentido del arte religioso.

Pintores, escultores, orfebres, todos ellos de un gran entendimiento y segura técnica, han intervenido entusiásticamente en esta magna realización, llena de armonía, luminosa y espléndida, recogida e íntima a la par.

Cuantos han intervenido en esta importantísima obra recibieron muchos parabienes.”

Semanario “Dígame”, 17/11/1959

“Nos creemos en la obligación de dedicarle un comentario como ejemplo venturoso de lo que se debe y puede ser en el arte religioso… Está el templo entonado en ocres, sepias y oros, y todos los elementos de la construcción —madera, cemento, piedras, mosaicos, azulejos— han sido utilizados con tal equilibrio y mesura que nada distrae la mirada.

Las imágenes, en los altares, de líneas decorativas, son de un gran espiritualismo, como la de Santa Rita de Casia, que en hierática actitud parece elevarse hacia el cielo.

Esta magnífica iglesia, auténtica obra de arte, ostenta en su fachada una tanda de óptimos relieves en piedra”.

Revista “Goya” de la Fundación Lázaro Galdiano. Número 32

“Con su disposición y aliento, que evoca los grandes retablos de nuestro Renacimiento, este suntuoso hastial constituye pórtico admirable del esbelto templo, concebido sobre plan central y cubierto por bóveda cónica elíptica, donde la eliminación de soportes presta al recinto espaciosa visibilidad.”

Revista “Muebles Decoración”, diciembre 1959

“Todo aquí, en este templo reciente, del que Madrid puede enorgullecerse, obedece a un ritmo novísimo de una estética cuya sorpresa de modernidad no excluye la belleza solemne debida a la casa de Dios. La inspiración ortodoxa, litúrgica, ha asistido a los eminentes arquitectos don Antonio Vallejo y don Fernando Dampierre. Han concebido y logrado una forma exacta de oración. Las oblicuas líneas son un rezo. La torre circular eleva sus planos inclinados con un gesto orante de la arquitectura, que es otra prosodia que el arte gótico, pero dentro de idéntico fervor, en su sucinta dignidad de lo sencillo y simplificado, que el esteticismo del siglo XX exige.

Las dos torres con sus finas cruces, en la faz de la iglesia, ya auguran que el interior va a emocionarnos con un sentido inédito, sorprendente, de arquitectura religiosa. En efecto, os encontráis en un mundo religioso ideal. La luz se hace símbolo. La tradición vidrierista —se dice que las vidrieras surgieron al conjunto de la Gran Rosa Celesta soñada por Dante para ‘El Paraíso’ de su poema—, aquí se ha resuelto en grandes ‘panneaux’ de cristales místicos con una gradación de color que va del intenso al tono más claro. A la izquierda os requiere la atención un amarillo de espigas, el trigo sacrosanto de la Eucaristía. A la derecha, el púrpura del vino del Santo Cáliz. Frente al ara, la gama de color es el rubí de la granada, emblema del amor del Espíritu Santo. La imagen de Santa Rita, en el ara o mayor altar —obra subyugadora, inolvidable, del joven maestro Antonio Penella—… se realza, aérea, como aparición solemne, de un fondo acertadísimo en su materia entrelazada, simbólica, de las túnicas de fibras de corteza arbórea que vestían los anacoretas de la Tebaida. Otros planos —entre los vitrales— aluden, acaso, a los panales, que fueron tema milagroso en la vida de Santa Rita de Casia.

Con este templo, Madrid se ha puesto a la vanguardia del arte moderno religioso. No ocultamos que en ese sentido de avanzada audaz, arrogante, juvenil, de la moderna estética, amenazaba un peligro, acaso, de pérdida de la solemne grandeza a que la expresión de la fe viene obligada. Se ha de tener el doctorado celeste de una santa Teresa, de un san Juan de la Cruz, para alcanzar la expresión iluminada de la fe. Pero en este caso concreto del templo de Santa Rita de Casia, los reverendos padres Recoletos de San Agustín, plenamente se ha acertado con ese doctorado celeste de la inspiración ortodoxa y litúrgica. Y todo el bellísimo interior, a las luces de la espiga, la vida y la granada, sobrecoge de emoción el espíritu.”

Diario “Pueblo”, 23/01/1960. Entrevista con Carlos María Rodríguez de Valcárcel, director general del Instituto Español de Inmigración

“[En la arquitectura] hay realizaciones, buenas, mediocres y francamente malas. (…) La propia Iglesia Católica se ha opuesto, y con razón, en ocasiones a ciertos excesos o deformaciones del espíritu religioso que alentaba en algunas obras arquitectónicas. (…) Pero en general creo que en España se han hecho últimamente cosas espléndidas: la cripta del Valle de los Caídos, la iglesia de los dominicos cerca de Alcobendas, la capilla del Colegio Aquinas en la Ciudad Universitaria o la iglesia de Santa Rita de Madrid”..

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