Algunas personas desafiaron el frío del día 11 de enero de 1953 para asistir a la ceremonia de colocación de la primera piedra del templo.

El templo de la iglesia parroquial de Santa Rita de Madrid, situado en la calle Gaztambide 75, en el barrio de Chamberí y muy cerca de Ciudad Universitaria, ofrece en su interior toda una explosión de arte figurativo que reproduce las principales características del carisma agustino recoleto.

La primera piedra del templo se colocó solemnemente el 11 de enero de 1953, con presencia del obispo auxiliar de Madrid, José María García Lahiguera, el prior general de la Orden, Eugenio Ayape, y el prior provincial de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, Moisés Arguijo.

Los arquitectos Vallejo y Dampierre supieron salvar las dificultades que imponía el solar, ayudados por el aparejador, Carlos Ruiz de la Escalera. Para el 17 de octubre de 1959 todo está listo para la solemne inauguración.

A las seis de la tarde una fina lluvia cae sobre los fieles que se agolpan en la puerta. También están las cámaras de Televisión Española y del NO-DO, el noticiario documental que se exhibía en los cines en la época. Además del obispo celebrante, le acompañan el de Kweiteh (hoy Shangqiu, República Popular China), el agustino recoleto Arturo Quintanilla, y el vicario apostólico de Casanare (Colombia), Nicasio Balisa.

Entre otros, estaban el vicario general de la Orden, Gregorio Armas; Moisés Arguijo, todavía prior provincial; los priores de las casas de la Provincia en España; los vicarios provinciales de las Provincias recoletas de Nuestra Señora de la Candelaria, Santo Tomás de Villanueva y San José; el presidente de la Confederación Española de Religiosos (CONFER), el dominico Aniceto Fernández; el secretario general del Consejo Superior de Misiones, Manuel Rodríguez; el director general de Prensa, Alejandro Muñoz Alonso; y, lógico en la época, el Teniente General Carrasco Verde en representación del Ejército.

El obispo Lahiguera, con un hisopo verde, va bendiciendo el templo, que recorre en su integridad, incluyendo la cripta. En determinado momento, sube al púlpito el agustino recoleto Manuel Carceller, quien explica el significado de los altares y de los diversos elementos de la iglesia para acabar en un agradecimiento solemne a Dios.

Uno de los restauradores de moda en el momento, Perico Chicote, sirvió a continuación un refrigerio en la galería interior de la casa.

Al día siguiente, 18 de octubre, se celebra una Misa Pontifical presidida de nuevo por el obispo auxiliar de Madrid. El coro interpretó la misa en honor de San José de Calasanz de Pedro Orseolo. Y se celebra una comida de agradecimiento con la asistencia de los arquitectos.

Los boletines del día resumieron así las celebraciones de inauguración:

Una nueva etapa ha comenzado en la residencia de Madrid. El nuevo templo será un lugar de obra santificadora en provecho de las almas y en gloria de Dios. Queda ahora el trabajo anónimo y sacrificado que día a día, hora a hora, irá exigiendo para lograr esos fines.

Algunos datos

Arquitectos y colaboradores

  • Antonio Vallejo y Fernando Dampierre: Arquitectos proyectistas y directores.
  • Carlos Ruiz de la Escalera: Aparejador.
  • De la Joya: Ingeniero, cálculo de estructuras.
  • Antonio Martínez Penella: Escultor. Altorrelieves de la fachada. Imágenes de San Agustín, Santa Rita y Cristo de la Reconciliación.
  • Javier Clavo: Mosaicos del Pantocrator, Vía Crucis, frente de los púlpitos, pinturas y frescos de los santos de la Orden de Agustinos Recoletos.
  • Juan Barba: Pintura mural de la cripta de San Nicolás de Tolentino y retrato de San Pío X.
  • Francisco Farreras: Fondo de la capilla del Santísimo Sacramento.
  • Arcadio Blasco: Cerámicas decoradas de fondo de mesa de altar de Nuestra Señora del Pilar y fondo de altar de San Pío X.
  • José Luis Sánchez: Escultura y cerámica del altar de Nuestra Señora de la Consolación y Cristos y candelabros de ese altar y de Nuestra Señora del Pilar.
  • Resti: Imagen de San José.
  • Jacqueline de Sánchez: Pilas de agua bendita.
  • Francisco Galicia: Pintura de los paramentos.
  • Juan José García: Mesa del Altar Mayor, manifestador, candelabros (bajo diseño de Vallejo), puerta de los sagrarios.

Dimensiones del templo

  • Diámetro del círculo total: 32,20
  • Diámetro del círculo final del cono: 18,00
  • Diámetro de la cúpula: 18,00
  • Altura vertical del centro del suelo a la cúpula: 27,25
  • Capilla del Santísimo: 11 (largo) x 5 (fondo) metros.
  • Atrio del templo: 13,50 (largo) x 4 (fondo) metros.
  • Diámetro de la Cripta: 16,50
  • Altura del centro: 5,50
  • Altura de las paredes exteriores: 3,50

“Santa Rita, funciona”

La iglesia de Santa Rita ha sido un paso firme y adelante para dar una expresión auténtica al edificio sagrado al buscar la belleza en la misma entraña de su servicialidad. Por eso el templo no está organizado desde la fachada, sino desde el interior. En el trazado de su planta se prescindió de cruces griegas y latinas, ni podía pensarse en un recinto basilical.

La forma circular y la ausencia de toda clase de columnas y soportes ha dejado paso a lo funcional en su sentido más auténtico: tendencia concentradora. Aquí el altar, verdadera mesa y piedra sacrifical, ocupa el lugar más visible y significativo del templo. Se trata de ver y oír al sacerdote. Ésta ha sido la línea estratégica: creación de un ámbito que eleve el espíritu y prepare a la oración, sin reflejos condicionados.

Hay una intención evidente de evitar lo recargado, de desalojar todo ringorrango, de limpieza y sencillez. Siguiendo los pasos y la intención de los arquitectos, los artistas se han plegado a la sobriedad y pureza de líneas: sobriedad escultórica, como expresión de lo espiritual en las tallas de Penella; la hay en la simbología perfectamente conseguida por los trazos justos de la pintura moderna de Farreras y en los paramentos de Galicia; la hay en la incorporación de la cerámica y el mosaico, como motivo total y ornamental, perfectamente organizados por José Luis Sánchez, Arcadio Blasco, Javier Clavo. Así como desde la cripta nos reclama un sobrecogedor ambiente creado por las pinturas multitudinarias de Barba.

Cuando monseñor Lahiguera bendecía este templo con verde hisopo en la tarde del 17 de octubre de 1959, ponía una vez más al servicio de Dios los más altos frutos de la búsqueda del hombre tras la belleza. En medio del vértigo de la ciudad sin descanso, la quietud y la tranquilidad de un remanso, la casa de Dios, que mira siempre hacia el cielo con su redonda estructura.

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