Nuestra Señora de la Consolación. Óleo de Juan Barba. Iglesia de Santa Rita de Madrid.

El templo de la iglesia parroquial de Santa Rita de Madrid, situado en la calle Gaztambide 75, en el barrio de Chamberí y muy cerca de Ciudad Universitaria, ofrece en su interior toda una explosión de arte figurativo que reproduce las principales características del carisma agustino recoleto.

La promotora de la iglesia, la Provincia de San Nicolás de Tolentino, quiso dedicar la cripta sobre la que se eleva la iglesia a su santo protector. En el atrio de entrada, a la derecha, se abre una amplísima puerta que por una escalera conduce hacia la cripta.

En la pared de enfrente nos encontramos de nuevo con Nuestra Señora de la Consolación, ahora en pintura al óleo, sobre tela, de Juan Barba, el pintor del maravilloso mural que recubre el anillo de la cripta.

Es un gran cuadro que representa a María al estilo de tantos cuadros del siglo XVI y XVII: María, una mujer joven y de rostro idealizado, cobija bajo su amplio manto a los Agustinos Recoletos, encabezados por sus santos, principalmente san Agustín y santa Mónica.

El cuerpo de María se alarga y estiliza con rasgos de El Greco. Su túnica es de un blanco luminoso y su manto revolotea sobre un fulgor en forma de V triunfal. La técnica suelta facilita las formas evanescentes de tonalidades ocres, blancas y verdosas. En la parte inferior, sus protegidos casi se aplastan, con sus rostros extáticos, dominados por las figuras de Agustín y Mónica.

Pasado el descansillo, seguimos bajando. En un amplio espacio que precede a la cripta, aparece de repente, en un lugar recoleto, un impresionante Cristo crucificado, el llamado Cristo de la Reconciliación. Su vista pretende crear en el visitante un ambiente de religiosidad que brota de la muerte de Cristo.

Es otra de las grandes obras escultóricas de Antonio Martínez “Penella”, que labró en nogal esta imagen mayor que el natural, de anatomía vigorosa y exacta, en la que el artista ha querido ofrecernos no el Cristo desgarrado machacado por el dolor, sino el que ha ido a la muerte por amor, para ofrecer el perdón. Su visión conmueve profundamente y sirve para centrar el sentido teológico de la cripta.

Y ya estamos preparados para, desde ahí mismo, lanzar una mirada hacia el Cristo luminoso que desde la cripta nos atrae y que preside toda la obra pictórica de Juan Barba en honor y gloria del santo de Tolentino.

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