Santa Magdalena de Nagasaki es mártir japonesa, patrona de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta. Su historia de vida, su testimonio en la muerte y su fe son hoy un faro de luz para muchas personas, tantos años después.
No es fácil sofocar de golpe un gran incendio. No se consigue a fuerza de prohibiciones, aunque sean las del gobernador o el arzobispo de Manila. Mucho menos se logra cuando el fuego es interior. Los grandes ríos no pueden apagar el amor (cf. Ct 8, 7). Las persecuciones sólo consiguen avivar el rescoldo y extender la llama. Los mártires sacrificados tuvieron el privilegio de ser elegidos entre muchos religiosos que anhelaban pasar al Japón. Las noticias que de ellos llegaban contribuían -con las de otros mártires en distintas partes del mundo- a enardecer el ansia misionera y martirial de toda la orden.
En este ambiente de plenitud y euforia, la orden agustiniana, como las demás, debía enviar nuevas levas de misioneros. Sólo que la escasez de personal y, principalmente, las grandes dificultades para salir de Filipinas y conseguir después entrar en Japón, todo ello fue retrasando y echando a perder proyecto tras proyecto.
Baste decir, como ejemplo, que, entre 1624 y 1632, la provincia filipina de los recoletos intentó organizar cinco expediciones. Sólo consiguió embarcar la de 1629, formada por franciscanos, dominicos, agustinos y recoletos. Antes de abandonar las costas filipinas, la nave se destrozó contra unos escollos, y a duras penas se salvaron los 24 misioneros. Al año siguiente, las mismas órdenes consiguen reunir fondos para comprar un champán y montar una nueva expedición. Cuando los misioneros están para hacerse a la mar a escondidas y lejos de Manila, la embarcación es descubierta y requisada por el gobernador de Filipinas, que no quiere más conflictos con las autoridades japonesas.
En 1632, la expedición también tiene éxito. Del viaje forman parte los recoletos Martín Lumbreras de San Nicolás -que también había participado en el de 1629 y quizá en el de 1630- y Melchor Sánchez de San Agustín, junto con los agustinos Francisco da Graça Correa y Miguel de San José.
Los primeros en sufrir martirio fueron los dos recoletos. Melchor era granadino y había llegado a Filipinas en la barcada de 1622, con Vicente de San Antonio. Martín había nacido en Zaragoza en 1598, llevaba en Filipinas un año menos que su compañero y era de los que, siempre que había ocasión, se ofrecía para ir al Japón. De hecho, contaba ya dos intentos frustrados, y había seguido insistiendo: las dos únicas cartas suyas que tenemos -fechadas en 1630 y 1631- son para pedir ese permiso a sus superiores.
Habían salido de Manila el día 4 de agosto y para el 4 de setiembre están ya en Nagasaki. El día anterior habían sufrido martirio sus compañeros Francisco y Vicente, y no tienen más remedio que refugiarse de inmediato en el monte. En el monte estarán cerca de dos meses dedicados al estudio de la lengua. Allí conocen y tratan a los terciarios recoletos que quedan. Viven con los catequistas de Fancisco y Vicente. Pero caen enfermos y se ven precisados a bajar a la ciudad. Allí los descubren y denuncian los chinos que los habían traído; en venganza, al parecer, por no haber cedido los misioneros a sus exigencias económicas, abusivas respecto a lo convenido.
Fueron detenidos el primero de noviembre, uno por la mañana y el otro por la tarde. Los encarcelaron junto a la casa del gobernador, en la prisión donde Francisco y Vicente habían comenzado su glorioso cautiverio. Esta vez, el tirano no estaba de humor para forcejear con los padres buscando doblegar su resistencia. Tanto menos al ver el ánimo con que cantaban himnos y predicaban a los otros prisioneros. Ante la extrañeza de todos, los mandó quemar el día 11 de diciembre. Murieron de la misma forma, y con idéntico protocolo, que sus dos hermanos de hábito. Llevaban en Japón poco más de tres meses.
Con ellos habían detenido también a cinco catequistas que los acompañaban. Tampoco éstos reniegan de su fe, y son ejecutados a los cuatro días: uno de ellos es igualmente quemado vivo, mientras que los otros cuatro son degollados.
El siguiente en morir sería Francisco da Graça, natural de Lisboa. Vivió en Goa, en la India, desde los 18 años. Cuando sintió la llamada del Japón, pidió traslado a Manila, en la idea de pasar al territorio japonés lo antes posible. Al cabo de un año, el 16 de agosto de 1633, sufrirá el martirio de la hoya. Fue el primer agustino que lo padeció.
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ÍNDICE DE PÁGINAS DEL REPORTAJE
- Introducción
- 1. 1584-1632: Primeros mártires agustinos: Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio
- 2. 1632-1637: El incendio continúa: Martín de San Nicolás y Melchor de San Agustín
- 3. Magdalena
- 4. El último acto
- 5. El mundo que ella vivió
- 6. El mártir, para san Agustín
- 7. Un larguísimo proceso
- 8. ¿Recoleta o dominica? Una santa disputada
- 9. La Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta
- 10. Qué nos dice hoy santa Magdalena
- 11. Una vida de camino, para morir cantando