La comunidad recoleta y el seminario mayor de los Recoletos en Shangqiu en su época de máximo esplendor. Las vocaciones chinas surgieron pronto y, con los acontecimientos, demostraron una especial fortaleza y fe.

Con el fallecimiento de monseñor Nicolás Shi OAR (†2009) y de Luis Aguirre OAR (†2007) se abre en la misión de los Agustinos Recoletos en China una nueva etapa en la que ya no quedan ninguno de los protagonistas que permitieron su fundación, afianzamiento, expansión y supervivencia tras décadas de enormes dificultades. En Henan, China, muere la misión de Kweiteh y nace la Diócesis de Shangqiu.

Las bombas atómicas marcan el comienzo de una nueva era armamentística y la capitulación nipona, y finaliza la Guerra en el Pacífico. Los misioneros tienen un respiro hasta el 6 de noviembre de 1948. Ese día llegan a Kweiteh las tropas comunistas, en guerra civil contra los nacionalistas de Chiang Kai Chek. Por tercera vez la misión es ocupada por tropas. Se prohíbe a los misioneros ejercer su ministerio en público.

En junio de 1947 la misión había sido erigida en diócesis. Siete meses después, Ochoa cesó como obispo. La diócesis quedó vacante durante dos años y el nuevo obispo, Arturo Quintanilla, sólo pudo llegar a Kweiteh en febrero de 1950.

El desconcierto fue total. Los seminaristas que, en un primer momento, habían sido enviados con los dominicos a Hong Kong, son trasladados a Marcilla, en España. Las Misioneras Agustinas Recoletas se marchan, se dispensa de los votos a las Catequistas de Cristo Rey y los religiosos recoletos huyen o son apresados y enviados a campos de concentración.

El 21 de septiembre de 1951 salen de la misión los últimos españoles: Lorenzo Peña, Mariano Gazpio, Pedro Colomo y el propio obispo. Antes de salir, Quintanilla consigue delegar sus funciones en José Shan. El obispo español contó más tarde con palabras emocionadas la situación en que quedó la misión:

“En la diócesis había catorce sacerdotes chinos. Nueve permanecen en China y cinco en España o Roma. Hay además tres estudiantes de teología chinos en España. De los que han quedado en China, dos residen fuera de la diócesis, en sus casas, y siete dentro de ella. Solamente los padres José Shan y Lucas Wang siguen con la iglesia abierta al culto y pueden celebrar públicamente.

De los que viven fuera de la diócesis, uno está en Shanghai y el otro no sabemos dónde. Estudiaba literatura en Pekín, pero el gobierno se ha apoderado de la Universidad y mis temores son que está encarcelado. Obedeciendo órdenes de los superiores, él junto con otros cuatro compañeros volvieron de Filipinas cuando ya el comunismo dominaba toda China. Y el haber ido al extranjero es un delito que basta para ir a parar a una mazmorra”.

La cárcel, la vigilancia día y noche o el desprecio público no lograron su objetivo. Los católicos caminaron kilómetros para asistir a las misas. Los sacerdotes conseguían administrar sacramentos y visitar fieles. Las familias se reunían para rezar, y cada cristiano se convirtió en misionero. Hubo entre seis mil y siete mil nuevas conversiones al catolicismo.

En total, fueron cuatro grandes movimientos que, con diferente duración e intensidad, llevó a cabo el gobierno en esos años. Con el Movimiento de “Anti-imperialismo” (1951) se creó la Iglesia Patriótica; en 1955 se persigue especialmente a los religiosos y sacerdotes que no se habían sumado a ella con el Movimiento de “Eliminación de contra-revolucionarios”. Siete recoletos fueron detenidos en ese tiempo. Dos años después llega el Movimiento de «Contraataque contra los conservadores” (1957). Pero el que más profundamente incidió fue la “Revolución Cultural” (1966-1976).

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