Con el fallecimiento de monseñor Nicolás Shi OAR (†2009) y de Luis Aguirre OAR (†2007) se abre en la misión de los Agustinos Recoletos en China una nueva etapa en la que ya no quedan ninguno de los protagonistas que permitieron su fundación, afianzamiento, expansión y supervivencia tras décadas de enormes dificultades. En Henan, China, muere la misión de Kweiteh y nace la Diócesis de Shangqiu.
Desde las montañas más altas del mundo hasta el Océano Pacífico, camino del este, se extiende una enorme llanura verde, llena de campos de maíz y arroz, cruzada por algunos de los ríos más importantes del mundo. Estamos en la República Popular China, en la provincia de Henan. Aquí, al sur del Río Amarillo, muy cerca de su antiguo cauce, se sitúa la ciudad de Shangqiu, con una población actual de unos 800.000 habitantes, a los que hay que sumar los 700.000 de las ciudades que dependen de su circunscripción municipal (prefectura en el argot de las divisiones territoriales chinas). Un vasto municipio lleno de pequeñas localidades dependientes de la sede principal, Shangqiu, que está a unos 150 kilómetros al oeste de la capital de Henan, Zhengzhou.
La ciudad sede del municipio se divide en dos distritos. El distrito de Liang Yuan tiene la apariencia de una ciudad moderna, con amplias avenidas, hoteles y bancos. Este distrito fue en su momento la estación de tren de la milenaria ciudad de Kweiteh-Shangqiu.
La parte de la ciudad antigua es hoy el distrito de Gui De. Fue la primera capital de la Dinastía Shang en torno al año 1.600 antes de Cristo. Completamente rodeada por una muralla del siglo XVI, es una de las cien ciudades antiguas mejor conservadas de toda la República Popular, por lo que recibe mucho turismo local. Sin embargo, es un lugar desconocido para el extranjero, situado fuera de las típicas rutas turísticas internacionales. Es muy difícil ver en ella un occidental, y la presencia de un extranjero produce en seguida la curiosidad de los viandantes.
Poco después de llegar, el primer recoleto, Javier Ochoa, describía así la misión: “Todo esto es llano. A sus habitantes les es prácticamente imposible imaginar la más mínima elevación del terreno. Pocas partes habrá en toda China tan bien comunicadas. Solamente son necesarias 26 horas de tren para ir a Shanghai. El campo es la única fuente de ingresos. Todo es terreno de cultivo. Hasta el más pequeño apartado se labra para poder dar de comer a la gran cantidad de población”.
Tiene un clima extremo, con inviernos muy duros en que la temperatura baja hasta los 15 grados bajo cero. Los veranos, por el contrario, se hacen poco soportables por el calor. De nuevo, Javier Ochoa: “Hay días que el termómetro sube hasta 43 grados a la sombra. Por lo regular sube a 39 o 40. En invierno puede pasar, pero con este calor es verdaderamente imposible estar dentro de la habitación”.
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