La ONGD La Esperanza, nacida por el impulso de los miembros de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta y acompañada por la fuerza solidaria de las poblaciones de la Ribera de Navarra, ha cumplido 15 años de existencia.
Introducción del párroco a la Eucaristía
Para la vida de un ser humano, es muy importante tener ilusión, y la ilusión se mantiene en la persona optimista. En ella crece y crece la generosidad hacia todos, especialmente los más necesitados.
Hace 15 años nació este grupo ONG La Esperanza. Con ilusión, con optimismo, lleno de generosidad, todos sus miembros habéis sabido superar dificultades e inconvenientes. Habéis hecho felices a muchas personas y familias necesitadas.
Como buenos cristianos, habéis encontrado en el Señor, en la Virgen de las Angustias y en san José el apoyo necesario para intensificar el espíritu misionero de la parroquia.
La comunidad parroquial de Lodosa os agradece que seáis un exponente de la universalidad de la Iglesia.
Gracias a todos los que habéis venido: miembros de la ONG La Esperanza, Fraternidad Seglar, padres agustinos recoletos y feligreses de la parroquia.
Todos los presentes vivamos con cariño esta celebración de acción de gracias.
Homilía de fray Rafael Mediavilla OAR
Querido don José María, párroco de Lodosa, hermanos sacerdotes, miembros de la ONG La Esperanza y queridos hermanos todos:
En nombre de los frailes agustinos recoletos agradezco al Sr. Párroco y a los fieles de la parroquia de Lodosa vuestra invitación a los frailes agustinos recoletos para compartir este día de la fiesta de san José y unirnos a la acción de gracias por los 15 años de nuestra ONG La Esperanza.
San José y Lodosa. Esos dos nombres unidos suscitan una cascada de recuerdos y sentimientos para muchos frailes agustinos recoletos. Así se llamaba el colegio apostólico que desde el 1 de enero de 1925 hasta el año 2001 fue la casa y residencia de nuestros frailes. El cronista escribía el 15 de enero de aquel 1925: “ya estábamos en nuestro nuevo colegio, donde desde el primer momento comenzamos a recibir visitas y pruebas de simpatía y afecto” (Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino 15, 1925, p. 132).
¡Cuantas fiestas de San José celebradas en nuestro colegio y cuantos encuentros que prolongaron aquella simpatía y afecto inicial con los lodosanos! El primer sermón predicado en esta iglesia parroquial por un agustino recoleto, el padre Pedro de la Dedicación –el día 11 de enero del mismo año-, comentaba el texto evangélico: la mies es mucha, los obreros pocos. El mismo texto que podríamos citar hoy, día del Seminario, día para pedir por las vocaciones sacerdotales.
Ese fue también el fin principal al abrir una nueva casa en este pueblo acogedor. Recibir a los muchachos con inquietudes apostólicas y misioneras y atender a su formación. Durante más de 75 años esa fue la labor fundamental de los frailes en el colegio. Educaban y acompañaban a los que más tarde serían apóstoles del evangelio de Jesús en España pero sobre todo en América, en lugares que se consideraban de misión.
No hubo dudas o vacilaciones a la hora de elegir a un santo al que acogerse como protector y al que mirar como modelo en la educación y formación. San José el padre de Jesús, el santo que vivió tan de cerca -ejerciendo de padre- la niñez y adolescencia, el crecimiento en edad, en estatura y en gracia del Hijo de Dios hecho hijo del hombre.
San José fue el titular de nuestra iglesia, su fiesta fue la fiesta de nuestro colegio. Todos los sábados, como en el resto de comunidades de agustinos recoletos diseminadas por todo el mundo, se oía en su capilla el canto del Joseph junto con la Salve a nuestra Madre, María Santísima.
Las dos razones por las cuales san José es importante en la historia de la salvación y en la vida de la Iglesia eran también las que atraían nuestra devoción, las que fundamentaban nuestra elección para hacerlo protector del seminario. Son las mismas por las que la Iglesia celebra el día del seminario, de las vocaciones sacerdotales en el día de su fiesta. Por lo que san José es, por su oficio y misión. San José es el padre de Jesús, su misión educarle y acompañarle.
En tantos años de vivir juntos los agustinos recoletos con los lodosanos os dimos a conocer lo que somos y lo que hacemos: nuestro ser y nuestra misión. Pudisteis aprender que nuestro ser es seguir a Jesús en la vida religiosa, y vivir la vida en comunidad, formar fraternidad, que nuestra aspiración profunda es la comunión. Pudisteis conocer que nuestra misión es responder a lo que la Iglesia necesita de nosotros en cualquier lugar. Es decir, acudir con espíritu misionero y de aventura para predicar el evangelio de Jesús en otros países y lugares, pero también ayudar a las gentes más pobres a tener una vida digna, a recibir una educación y formación que les haga valerse por sí mismos, a colaborar en su desarrollo.
Un día, hace ya ocho años casi, nos encontramos con el infortunio que han vivido también muchas congregaciones religiosas y muchas diócesis de nuestra Iglesia en Europa: no había apenas vocaciones entre los adolescentes y jóvenes. Además nos parecía que el proyecto formativo de los que iban a ser nuestros frailes exigía nuevos caminos. Esa escasez se manifestaba también en la falta de religiosos para atender a todos los ministerios. Tuvimos que dejar nuestra casa y el pueblo. Era para todos un momento de sufrimiento, como toda separación, después de tiempo de compartir y recibir lo que leemos que seguía diciendo el cronista que enviaba las noticias desde el colegio a las otras casas de la Provincia “las gentes continúan con el mismo afecto o más que el primer día” (Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino 15, 1925, p. 132).
Sin embargo en Lodosa quedaba nuestro ser y nuestra misión. Permanecía en todas aquellas gentes que habían conocido a nuestros frailes y que guardaban en el lugar de los afectos de su memoria experiencias para contar. Permanecía en los que recibieron un impulso en su fe y en su vida cristiana del fraile que predicó, del confesor que les acogía en el colegio, del amigo que vivía sus preocupaciones, del hermano que compartía su fe. Pero sobre todo permanecía en el grupo cuyo decimoquinto aniversario hoy celebramos con gozo. La ONG La Esperanza, que es también fraternidad agustino-recoleta. Como fraternidad agustino-recoleta guardan celosamente parte de nuestro ser y quieren cultivarlo desde la fe cristiana, desde el trato con Dios al que hablamos y escuchamos en la oración, desde la unión de ilusiones, de vida, de proyectos, de preocupaciones. Como fraternidad y ONG La Esperanza comparten nuestra misión. Ya no estamos los frailes permanentemente para que en el pueblo se escuche hablar de Lábrea, o de Pauiní, o de Fortaleza, o de la Ciudad de los Niños o de Kamabai en Sierra Leona. Pero sabemos muy bien que esos nombres pueden oírse en cualquier momento porque parte de nuestra orden de agustinos recoletos continua en Lodosa y nuestra misión a favor de los más pobres, del desarrollo de los más desfavorecidos la comparten con nosotros y llenos, llenas, de entusiasmo, los hermanos y hermanas de la fraternidad y los miembros todos de la ONG.
Y todavía me queda decir lo más importante. Hoy hemos hecho protagonistas de esta fiesta a la ONG de Lodosa. Incluso nos hemos hecho un poco protagonistas los agustinos recoletos. Sois protagonistas también todos vosotros: la gente de Lodosa con su Alcalde, y los feligreses de esta parroquia de los Santos Emeterio y Celedonio, con su párroco, don José María. Sois protagonistas incluso todos los que habéis venido de fuera para sentiros parte de un más amplio grupo de solidaridad misionera. Pero todos sabéis que el gran protagonismo lo tiene aquel a quien todos amamos: Jesús.
Él es el que inquietó el corazón de tantos jóvenes para hacerse frailes y misioneros, el que llama a la vocación a los sacerdotes que atienden parroquias como esta, el que seguirá llamando para que los obreros puedan atender a la numerosa mies, el que movió la ilusión y la voluntad de unos pocos para constituirse en una ONG que animase la colaboración de todos por los más pobres, el que explica porque en la ONG hay personas que no se desalientan nunca, que reviven de sus desánimos, que transmiten ilusión y ganas por compartir, que desean siempre más.
Jesús es también el que hoy nos pide lo que pidió un día a sus discípulos: “La mies es mucha y los obreros pocos, pedir al Padre que mande obreros a su mies”.
Jesús es el que hoy y siempre nos enseña lo que es compartir. El mismo se nos va a dar hoy una vez más en la eucaristía ¡Qué don mayor que dársenos en comida! Aprendamos de él a dar de lo nuestro, a compartir, a darnos.
Gracias, Señor Jesús, buen amigo, buen hermano, buen amante.
Preces
Nos hacemos eco de la Palabra de Dios presentándole a Él nuestras necesidades y las de todo el mundo:
1.— Por todos los pastores de la Iglesia, por nuestro obispo de Pamplona y Tudela, por el párroco de nuestro pueblo de Lodosa: para que imiten a san José en el amor y diligencia con que él cuidó de su familia. Roguemos al Señor.
2.— Por la Orden de Agustinos Recoletos, para que Dios le conceda abundantes y santas vocaciones que sigan anunciando en el mundo el evangelio de Jesús. Roguemos al Señor.
3.— Por todos los misioneros del mundo; por los misioneros de Brasil y Sierra Leona, a quienes respaldamos especialmente. Para que nunca desfallezcan en su labor, y para que el Dueño de la mies recompense con generosidad sus esfuerzos. Roguemos al Señor.
4.— Por nuestra ONG La Esperanza: que, en esta sociedad en que vivimos, sea signo que interpele a muchas personas y las lleve a Jesús. Roguemos al Señor.
5.— Por cuantos han colaborado y colaboran con esta ONG: para que el Señor pague su esfuerzo con la paz y alegría de espíritu que proceden de Él. Roguemos al Señor.
6.— Por el pueblo de Lodosa y su parroquia: para que valoren como un tesoro la solidaridad de su gente y eduquen a sus jóvenes en ese espíritu. Roguemos al Señor.
7.— Por los pobres, los emigrantes, los parados, los que sufren por enfermedad o soledad: para que nuestra caridad cristiana se dirija en primer lugar a ellos, como hijos de Dios que son. Roguemos al Señor.
8.— Por todos los difuntos que han colaborado con nosotros a lo largo de estos 15 años, para que nuestro padre Dios, que es tan buen pagador, haga con ellos gala de su infinita generosidad. Roguemos al Señor.
Padre nuestro, que cuidas de todos tus hijos con misteriosa providencia: escucha nuestras peticiones por los necesitados, que somos todos. Remedia nuestras carencias y llena nuestros vacíos con la riqueza inagotable de tu hijo Jesucristo, Señor nuestro, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Presentación de las ofrendas
Estatutos de la ONG
Ofrecemos, en primer lugar, los estatutos de nuestra ONG. En ellos hemos definido públicamente nuestro propósito. Gracias a ellos, hemos podido recibir muchas subvenciones del Gobierno y las instituciones de Navarra. En esta acción de gracias eucarística, damos gracias a Dios por ellos y lo que significan.
Manos de cera
Manos de cera, que representan los cientos de manos y cientos de personas que se unen para levantar al pobre. Manos de personas presentes y ausentes que se enlazan y rodean el altar. Manos que alargan las de Jesucristo, y en su nombre sanan, consuelan, animan, dan pan. Manos y personas que te alaban, Señor, pidiendo por los necesitados.
Labores
Presentamos al Señor nuestras labores, las mismas que presentamos en los mercadillos por los pueblos. Son fruto del trabajo diario de muchas personas sencillas y de caridad ardiente; de muchas personas como la viuda que Jesús elogió por haber entregado dos reales. Estas personas también dan lo que tienen y desde hace 15 años lo vienen poniendo al pie del altar.
Cirio
El cirio que ahora ofrecemos representa la luz que la ONG La Esperanza emite en Lodosa y desde Lodosa. Es la luz del amor y la esperanza, que alumbra y da calor a tanta gente de Lábrea y de todo Brasil. Es la luz de Cristo, que se enciende en el bautismo y se renueva en cada eucaristía.
Pan y vino
Nuestras aspiraciones, nuestro trabajo, las labores, los 15 años que llevamos de historia, todo lo recogemosen el pan y en el vino que ponemos sobre el altar. Todo es asumido por Cristo, que lo transforma y transforma nuestra vida. Bendito seas por siempre, Señor.
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