Cícera y Geralda (al fondo), los gemelos Marcos y Mateos con algunas niñas de la Casa del Menor "San Miguel Arcángel" (CEU)

Las experiencias del Hogar Santa Mónica de los Agustinos Recoletos en Fortaleza en sus primeros momentos están llenas de avatares, desafíos, sorpresas y supervivencia.

Geralda tiene ahora 42 años. Su historia es muy parecida a la centenares de mujeres de este barrio de la Barra de Ceará, que como ella emplean su vida y sus energías en sacar adelante a sus hijos.

A los 20 años quedó embarazada de su primera hija: Jaqueline. Al año siguiente llegó Jorge. Pasaron 14 años hasta que nació la simpática Jade. Un año después llegaron dos gemelos: Pedro y Tiago. Y los últimos en aparecer, otros dos gemelos, Marcos y Mateus. Todos de cinco padres diferentes. En algunos casos por muerte del padre y en otros –como es muy habitual por aquí- por causa de abandono del núcleo familiar.

Hace ya dos años que conocimos a Geralda y que supimos de sus luchas por sobrevivir y sacar adelante a sus hijos. Los dos mayores, dependientes químicos; él traficante y ella prostituta (otro día presentaremos la experiencia de vida de Jaqueline).

La pequeña Jade es una niña muy tranquila y cariñosa… No así los dos gemelos, Pedro y Tiago, que son de los de “agárrate que hay curva”: ¡hiper-mega-activos! Los tres vivían con la madre que, a pesar de su pobreza, falta de empleo y recursos, buscaba siempre cómo sacar adelante a sus hijos. Los tres estaban escolarizados y ella procuraba atenderlos en todo momento.

También Jorge, el hermano mayor, aterrizaba de vez en cuando por casa. Jaqueline los visitaba de vez en cuando, apenas cuando no estaba hasta las cejas de droga y entonces huía del “motel” para refugiarse con su madre.

Geralda quería salir de la barraca donde vivía por causa de que el hijo mayor le llenaba la casa de maleantes y ella no quería eso para sus hijos pequeños. Así que nos pidió ayuda. Jade, Pedro y Tiago fueron para el centro de acogida “San Miguel Arcángel”, o “Casa del menor”; una institución que –como los Agustinos Recoletos- también forma parte del Condominio Espiritual Uirapurú (CEU).

A pesar de lo duro de la separación en el comienzo, allí encontraron buena alimentación, escuela, salud… Es verdad que faltaba “su mamá”, pero la institución se esfuerza para que el ambiente sea lo más parecido a una familia. Y además la madre puede ir a visitarlos y pasar el día con ellos.

En el tiempo que Jade, Tiago y Pedro estaban en la Casa del Menor, Geralda quedó embarazada. Nuevamente llegaron gemelos: Marcos y Mateus. Su nuevo compañero era un pescador pobre, ya jubilado y enfermo, que apenas Geralda dio a luz los abandonó a los tres. Peor aún, echó a los tres de casa, porque la casa era de la familia del pescador y Geralda tuvo que devolver la casa.

Geralda y los dos gemelos han ido pasando de barraca en barraca desde entonces, en condiciones “indecentes”. Hemos solicitado una casa social para ella, pero el ayuntamiento sólo da formularios de lista de espera. Los vecinos son gente pobrísima igual que ella pero, gracias a Dios, generosos en lo poco que tienen, y nunca falta un lugar donde colgar la hamaca para dormir.

La historia de Geralda no difiere mucho de la de tantas otras mujeres. Siempre confiando en la providencia de Dios, y procurando vivir el día a día con mayores esperanzas. Tal vez en este rincón del mundo en el que vivimos sea la única manera de sobrevivir y no morir de deseperación. ¡Que Dios bendiga a las mujeres, madres pobres y sufridas de nuestro Brasil!

SIGUIENTE PÁGINA: 4. Barriguitas llenas, niños contentos


GALERÍA DE IMÁGENES


.