Foto de familia de la Hacienda Esperanza del CEU, lugar de rehabilitación de jóvenes de sexo femenino con dependencias químicas.

Las experiencias del Hogar Santa Mónica de los Agustinos Recoletos en Fortaleza en sus primeros momentos están llenas de avatares, desafíos, sorpresas y supervivencia.

Ya publicamos en este blog algunas pinceladas sobre la vida de Geralda, “madre luchadora”. Hoy queremos hablaros del “milagro” de su hija Jaqueline.

Jaqueline tiene ahora 22 años y es la hija mayor de Geralda. Desde los 15 años comenzó a consumir crack y a frecuentar los “moteles” como medio de pagarse el vicio de la droga. Ella dice que han sido “los siete años oscuros de su vida”: abusos sexuales, palizas, exploración sexual, hambre, enfermedades…

La conocimos hace dos años, cuando nos interesamos por la situación de sus hermanitos más pequeños (Jade, Tiago y Pedro). Entonces ella estaba embarazada; dio a luz su hijo, pero seguía consumiendo droga y “trabajando” en el motel. Según cuenta, la situación dentro del motel es tan deprimente y deshumanizadora que la droga se convierte en el motivo y también en el instrumento: motivo porque gastan todo lo que ganan en conseguir la droga; e instrumento porque sin la droga ningún ser humano sería capaz de soportar las bajezas y humillaciones que ellas sufren en el motel.

En esta situación, Jaqueline desapareció durante un tiempo… Su hijo quedó desamparado y una vecina lo llevó al SOS (acogida de niños abandonados) y de allí pasó para el albergue de adopciones, esperando alguna familia que lo adoptara.

Un buen día, Jaqueline nos buscó; estaba nuevamente embarazada y quería que la ayudáramos a salir del mundo de la prostitución y de las drogas… y quería dar a luz a su nuevo hijo en paz y en un ambiente sano y seguro.

Lo primero era ayudarla ante su precaria salud y concertamos unas visitas a la consulta de nuestro buen amigo el sacerdote camiliano P. Adolfo (doctor especialista en ginecología). Pero Jaqueline no apareció el día de las consultas. Nuestra educadora social fue de motel en motel preguntando por ella, pero nadie sabía nada de ella. Nos dimos por vencidos.

Al mes apareció de nuevo reclamando nuestra ayuda. ¡Ahora sí que no podíamos esperar! Inmediatamente la llevamos a la “Hacienda Esperanza”, una entidad del CEU (Condominio Espiritual Uirapurú) que ayuda a mujeres a liberarse de la droga.

A los dos días de estar en la Hacienda Esperanza, Jaqueline comenzó a sangrar. Parecía un aborto espontáneo. La ecografía constató que el bebé llevaba muerto un mes en su seno. Pasó cuatro días en el hospital recuperándose. Había perdido a su pequeño, pero Dios había querido salvar su vida, que de no haber salido del motel, con toda seguridad, habría perdido.

La vida en la Hacienda Esperanza en estos seis meses no ha sido fácil para Jaqueline. Ha tenido que luchar contra la droga, contra muchos años de “hacer lo que le da la gana”… Ha tenido que llenar muchos vacíos humanos y espirituales…

La convivencia con las otras internas no ha sido sencilla, pero gracias a Dios, hoy habla de sus compañeras en la Hacienda como de “mi familia”. La directora me decía hace poco que “tal vez Jaqueline no había hecho grandes progresos pero que la voluntad por mejorar y por salir adelante era tanta que se sentían muy satisfechas de ella”.

Hoy Jaqueline es una persona nueva…. Todavía falta mucho para liberarse totalmente de sus antiguas cadenas, pero es consciente de que Dios fijó sus ojos en ella. Se sabe privilegiada por haber recibido una oportunidad… ¡y la está aprovechando! En la Hacienda a aprendido muchas cosas que le serán de gran utilidad cuando tenga que enfrentar el mundo de aquí a unos meses.

Algunos os preguntaréis: y su primer hijo, el que fue a parar en el albergue de adopción, ¿qué fue de él? Ésa es una historia emocionante que os contaremos otro día.

SIGUIENTE PÁGINA: 12. “Hogar Santa Mónica”: un sueño compartido


GALERÍA DE IMÁGENES


.