Mariana Manzanedo Maldonado (Alba de Tormes, Salamanca, España, 1568 – Real Monasterio de la Encarnación, Madrid, España, 1638), inició la Recolección Agustiniana femenina con dos monasterios en Madrid y otros en Salamanca, Éibar, Medina del Campo, Valladolid y Palencia, todos ellos en vida de la reformadora. Hoy está camino a los altares.
Son unas 400, distribuidas en 43 monasterios de 4 continentes, las monjas que miran a su madre Mariana como fundadora y guía. Muchos de esos conventos fueron fundados en el siglo XVII y empalman con su persona; algunos los fundó directamente la misma Mariana.
Con frecuencia se la ha considerado otra santa Teresa. Como la Santa de Ávila, fue fundadora, andariega y descalza o recoleta; y es, igual que ella, una escritora mística muy relevante. Se diferencia de la santa Doctora en que es poco conocida. Los avatares de la historia han hecho que tanto su figura como sus escritos hayan quedado reservados para degustación de algunos eruditos y el uso privado de sus monjas.
Pero está ya saliendo de la sombra. El proceso de canonización que se había intentado poco después de su fallecimiento, sin llegar a abrirse hasta 1983, ha tomado cuerpo en un tomo de 1.300 páginas que el 10 de julio de 2007 fue entregado en la Congregación de las Causas de los Santos, en el Vaticano.
Este volumen, tamaño A4, compilado por el agustino recoleto Jesús Díez, comprende dos partes principales: una biografía de casi 500 páginas y un sumario de cerca de 700 que entresaca lo más granado de una documentación recogida por extenso en muchos miles de folios (1).
En el siguiente apartado recorremos las sucesivas etapas de la vida de Mariana. Después, en los restantes, espigamos algunos de sus textos más sobresalientes. Antes de adentrarnos en materia, elevamos una oración pidiendo su glorificación:
PADRE CELESTIAL:
por el encendido amor que tuvo
la madre Mariana de San José
a Jesús, María y José,
para mayor gloria tuya y salvación de las almas
concédenos la gracia que humildemente te pedimos
y su pronta glorificación en la tierra.
Por Jesucristo nuestro Señor.
AMÉN.
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