Las cifras son elocuentes: de las 48 catedrales existentes hoy en Filipinas, una cuarta parte han sido construidas por los agustinos recoletos. Especialmente contundentes son en determinadas islas, como Negros o Bohol, donde todas las catedrales —4 y 2 respectivamente— son recoletas. Además del mérito artístico o histórico, una catedral tiene un valor simbólico. Es […]
Las cifras son elocuentes: de las 48 catedrales existentes hoy en Filipinas, una cuarta parte han sido construidas por los agustinos recoletos. Especialmente contundentes son en determinadas islas, como Negros o Bohol, donde todas las catedrales —4 y 2 respectivamente— son recoletas. Además del mérito artístico o histórico, una catedral tiene un valor simbólico. Es compendio y representación de la Iglesia de piedras vivas que es cada diócesis. El conjunto de catedrales recoletas manifiesta la destacada participación que a los agustinos recoletos les ha cabido en la historia y el presente de la Iglesia filipina.
Catedral de San José. Alaminos (Pangasinán)
Uno de los lugares turísticos que nunca faltará en cualquier guía de Filipinas es Hundred Islands. Lo forman, como da a entender su nombre, un sinnúmero de pequeñas islas con playas paradisíacas. Se encuentra en la costa oeste de Luzón, en el golfo de Lingayén, enfrente del pueblo de Alaminos.
Alaminos es un buen ejemplo de lo que tantas veces ocurre en la historia filipina: fácilmente, las poblaciones cambian de nombre y lugar, de modo que no siempre resulta fácil seguir su devenir histórico. En 1610, los primeros recoletos fundaron San José de Sóyang. A mediados del siglo XVIII, el pueblo se trasladó junto al mar y pasó a llamarse San José de Casborrán. Después quedó reducido a cenizas en un incendio; se reedificó y el pueblo nuevo se llamó Sarapsap. En 1872 fue honrado con la visita de la primera autoridad del Archipiélago, el Gobernador General don Juan de Alaminos y Vivar; para perpetuar tal acontecimiento, adoptó su nombre.
Con un paréntesis de medio siglo, los agustinos recoletos han estado aquí hasta la Revolución. Y, entre otras cosas, edificaron la catedral. El iniciador fue un navarro, el padre Manuel Bosquete, que regentó esta parroquia de 1838 a 1849. La terminó su sucesor, José Tornos, un aragonés que estuvo al frente de la parroquia de Alaminos casi 30 años (1849-1878). La inauguró en 1857.
«La iglesia y casa parroquial actuales -escribía Marcellán en 1879- son de ladrillo fabricado en el mismo pueblo, siendo construido el primer horno bajo la inspección del P. Fr. Manuel Bosquete, primer cura regular de este pueblo, y son edificios los más elevados y desahogados de la provincia, llamando justamente la atención de los viajeros».
Sigue llamando la atención hoy día, ya como catedral, que lo es desde 1985. Alaminos no es una gran ciudad; tiene 65.000 habitantes, más o menos. Pero bien puede ufanarse de catedral amplia, majestuosa y proporcionada.
Catedral de San Sebastián. Bacólod (Negros Occidental)
En el pórtico de esta airosa catedral, flanqueando su puerta principal, se levantan sendas estatuas de dos agustinos recoletos: los padres Fernando Cuenca y Mauricio Ferrero. El primero (1824-1902) es uno de los creadores de la moderna isla de Negros. Ferrero (1844-1916) puede decirse que es el padre de la ciudad de Bacólod. Fue su primer párroco recoleto, a partir de 1871, año en que su Orden recibió la parroquia de manos del clero secular. En ese puesto permaneció 23 años seguidos, y a él volvería en dos ocasiones, hasta sumar 33 años de ministerio en la actual capital de Negros Occidental.
Además de delinear el mismo trazado de la ciudad, el padre Ferrero construyó lo que -mejor o peor- solían construir los misioneros en todas las poblaciones: la iglesia, con su convento; el cementerio, con la correspondiente capilla donde depositar los cadáveres; y las escuelas. Hizo además la prisión provincial, con características de fuerte o cota. Prisión esta en la que, por paradojas de la vida, estuvo preso durante la Revolución un grupo numeroso de hermanos suyos de hábito.
La que antes fue iglesia y ahora es catedral preside la espléndida plaza de Bacólod. Costó hacerla seis años, y se inauguró en 1882. Cincuenta años más tarde, en 1933, se convirtió en flamante catedral. Para ello sólo precisó algunas reparaciones. Las medidas y la belleza ya las tenía. Es suficientemente amplia, aunque algo alargada. Y, sobre todo, es hermosa. Por fuera es elegante, con sus dos torres airosas que dominan la plaza y el color renegrido propio de la piedra coral, que queda a la vista. Y su interior es luminoso y cálido, al cobijo de los gruesos muros que se abren aquí y allí en ventanas y rosetones; y es ligero, por obra sobre todo de las dos galerías de arcos apoyados sobre finas columnas redondas que delimitan las naves.
Catedral de San Agustín. Cagayán De Oro (Misamis Oriental)
En la Universidad jesuita de Xavier, en Cagayán, hay un mural que representa la llegada a la ciudad de los primeros evangelizadores, dos agustinos recoletos. Obviamente, Cagayán no era entonces ciudad, sino un simple asentamiento musulmán sobre un promontorio del río del mismo nombre.
Desde aquel momento, la actual capital de Misamis Oriental es uno de los principales puntos de referencia en la historia recoleta de Filipinas, gracias sobre todo a dos figuras destacadas, Agustín de San Pedro y Ramón Zueco. El primero, conocido como Padre Capitán, fue prior aquí de 1626 a 1638 y en los años 1641-42. A él se debe el traslado de la población de la zona del río al lugar donde se asienta hoy, junto a la catedral. Ya en el siglo XIX, el aragonés Ramón Zueco fue párroco de Cagayán nada menos que 28 años seguidos (1861-1889), y de sus afanes apostólicos y culturales ha dejado buena muestra en los libros y sermones en bisaya que publicó. Como había hecho antaño el Padre Capitán, el padre Zueco hizo también de la ciudad centro de operaciones en sus campañas contra los moros del interior.
Cuando llegan los jesuitas, en 1905, encuentran una iglesia sólida, de piedra de coral, que les evita hacer otra. Con ligeros cambios permanecerá hasta que, en 1933, se crea la diócesis de Cagayán de Oro y el templo es remodelado para convertirse en catedral. Desde 1951, Cagayán es archidiócesis, y su patrono es san Agustín.
Catedral de San Agustín. Iba (Zambales)
Toda la región zambaleña la evangelizaron los agustinos recoletos nada más llegar a Filipinas, a partir de 1607. En sólo seis años, siete misioneros llegaron a establecer 12 poblaciones que terminarían siendo los pueblos y ciudades actuales. Uno fue Iba, que adquirió el rango de pueblo en 1681 y hoy es capital de la provincia y -desde 1982- sede diocesana.
La catedral, amplia y armoniosa, construida en piedra de coral, está dedicada a san Agustín. La torre es reciente, de los años sesenta. Hasta entonces, las campanas se alojaban en la espadaña que, ahora cegada, sigue coronando la fachada. La imagen de san Agustín en el nicho central, igual que los escudos de la Orden en el arco de la puerta central y de las laterales, proclaman sus orígenes agustino-recoletos. Estos motivos se repiten en el interior: los altares laterales se adornan con escudos agustinianos en yeso, sostenidos por ángeles reverentes; y, en fin, por encima de todo, destaca la imagen del santo Patrón que, desde el presbiterio, preside la amplia nave del templo, de techo plano y achaflanado.
Catedral de Nuestra Señora del Pilar. Imus (Cavite)
Imus fue oficialmente reconocido como pueblo y parroquia en 1795. Pero, para entonces, los recoletos llevaban allí 100 años. En 1695 habían comprado en subasta una hacienda que, a lo largo de años y siglos fueron ampliando y haciendo más rentable. Lo que producía ayudaba a costear los gastos enormes de sus misiones.
Se comprende así que casi todos los edificios importantes de Imus sean obra de los frailes recoletos: calzadas, puentes, escuelas, calles, el cementerio, la iglesia y el convento.
Iglesias hubo varias. Primero se levantó una, de materiales ligeros, que quedó destruida en 1779. Luego, otra de materiales fuertes, que resistió hasta el terremoto de 1822. Entonces se pensó en edificar una tercera, que pudiera resistir los embates de la naturaleza. La comenzó en 1825 el padre Nicolás Becerra, un fraile que destacó por su lucha contra los bandoleros que infestaban la región. Todo cuanto él ganaba y lo que pudo recaudar lo invertía en la iglesia y el convento anexo. Se dice que, entre otros elementos, empleó 200 huevos de pato para hacer la paletada o revoque interior del aljibe del convento. A pesar de sus esfuerzos y de que residió aquí hasta 1837, él no pudo terminar la obra. De hecho, la iglesia todavía estaba por concluir medio siglo más tarde. Se escribía en 1879:
“La iglesia parroquial de moderna construcción es toda de ladrillo y de tres naves, digna de una capital de provincia. Y el campanario que el padre Becerra dejó sin concluir, así como sus tejados que no tenían la suficiente declinación, y su maderamen no muy sano por motivo del anay, éstos han sido renovados, y aquél ha sido concluido hasta su remate en nuestros días”.
La diócesis de Imus se erigió en 1961. Comprende toda la provincia de Cavite, una de las más históricas y populosas del Archipiélago. La iglesia maciza del padre Becerra es hoy la catedral, y su convento es el palacio del obispo.
Catedral de San Francisco Javier. Kabankalán (Negros Occidental)
Es diócesis sólo desde 1988; y es la más pequeña de Negros: comprende 22 parroquias más la catedral, servidas por 40 sacerdotes, además del obispo.
En 1848, cuando se les encomendó la isla a los recoletos, Kabankalán acababa de ser ascendido a pueblo, y fue uno de los tres para los que inmediatamente se designó cura. A partir de ese momento, progresó mucho debido a su terreno fértil y llano. Hasta que vino la Revolución, en 1898, y todo se desmoronó; el pueblo fue prácticamente incendiado.
A partir de 1905, el padre Tiburcio Fernández volvió a empezar casi de cero. Aunque encontraron un ambiente muy enrarecido y aun hostil, los religiosos perseveraron en su esfuerzo y, poco a poco, fueron levantando la Iglesia espiritual; y, con ella, la iglesia de piedra. Primero fue una capilla, que construyó el mismo padre Tiburcio. Después, lo que hoy es catedral. El llamado a promover su edificación, aunar voluntades y allegar recursos fue Felipe Lerena, que pudo verla inaugurada -aun sin estar todavía acabada- el 15 de diciembre de 1935. Una crónica del tiempo hacía justicia a todos los que habían intervenido:
“Las centrales y hacenderos con su dinero y ayuda material, el Sr. Obispo y la Liga Católica con su propaganda, el P. F. Lerena con su tesón y celo, el Sr. Ingeniero M. Sales y Manuel Montinola con su desinteresada cooperación han conseguido levantar ese templo”.
Catedral de la Inmaculada Concepción. Puerto Princesa (Palawan)
Puerto Princesa es el segundo municipio más extenso de Filipinas. Ocupa toda la bahía de su nombre, además de varias poblaciones más. Pues bien, desde todos los puntos de su territorio y de cualquier parte de la enorme bahía, se divisan la mole blanca y las agujas neogóticas de la catedral, que se yergue sobre la colina donde los fundadores de la ciudad -con san Ezequiel Moreno a la cabeza- celebraron la primera misa, en 1872.
A partir de entonces, la isla fue progresando. También en lo eclesiástico. En 1955, aun sin llegar a la categoría de diócesis, dejó de ser misión. La Santa Sede erigió el Vicariato Apostólico de Palawan y puso a su frente al recoleto Gregorio Espiga. Monseñor Espiga se puso de inmediato manos a la obra y comenzó a construir la catedral. Conseguiría verla inaugurada en 1961.
“La nueva catedral de Puerto Princesa -escribía entonces el cronista- puede muy bien parangonarse con la mayoría de las que hay en Filipinas. Las medidas son las siguientes: 53 por 18 metros, con dos cruceros de 20 metros de ancho. El presbiterio y el coro son de igual anchura: 14 metros, por 6 de profundidad. Ahora bien, el presbiterio incluye 5 metros por 20 de crucero. La altura de la fachada es de 22 metros. Anchura del frontispicio, 25 metros. Altura de la bóveda 17; y la de las torres, 40 metros. El coro está mantenido todo él por una gran viga de 14 metros de larga. Hay en el interior una lámpara de bronce, otra de plata, y muy buena iluminación de luz fluorescente. Un Vía Crucis de mucho valor, construido por los presos de las Colonias penales, quienes lo han llevado a cabo sin exigir pago alguno, como donación. Es digno de mencionarse que todos los grandes arcos son de materiales de primera clase: ipil o caoba. Las Colonias han ofrecido 106 bancos, también de madera de primera calidad, de una medida de 3.25 mts. de largo… los fieles han querido contribuir con 30 pesos para cada banco”.
Catedral de San José. Romblón (Romblón)
La primera experiencia de los recoletos anunciaba lo que iba a ser la tónica general de su historia allí. Nada más tomar posesión, Pedro de San José, el primer párroco, hubo de escapar al monte sólo con lo puesto para evitar ser capturado por los moros. Era el año 1635, y el pueblo hacía cuatro años que se había fundado. Aquellas islas habían sido siempre víctimas fáciles de los piratas y, en lo sucesivo, siempre estarán pendientes de sus ataques. Sólo que ahora se van a defender.
Los recoletos desplazan a Romblón a quien más había destacado por estrategia y valor en la lucha contra el legendario sultán Kudarat, en Mindanao. Agustín de San Pedro, más conocido como Padre Capitán, (1599-ca. 1660) reside aquí desde 1644 hasta 1651. Lo primero que hace es construir en Romblón una iglesia bien sólida; con una torre cuya parte baja sirvió de fortaleza. Puede llamar la atención que no la edifique en lugar alto, más apto para la defensa. La levanta al abrigo del monte, aglutinando a todo el pueblo, pero protegiendo a ambos con dos fuertes que construye en las alturas. A ello añade, además, una muralla con tres baluartes que cierre en semicírculo el acceso desde la playa; de ella ya no queda nada.
“El convento era muy largo, comunicando con el coro de la iglesia, pero posteriormente fue cortado por el P. Toribio Sánchez [1867-1881], a fin de dar paso a la puerta del crucero, y es el que actualmente existe, cuyas dimensiones son unos 20 metros de largo por unos 14 de ancho. La iglesia era de una nave y baja, mas el P. Sánchez la elevó unos metros, haciéndole crucero y cimborrio con techo de teja.
Como quiera que en este país llueve tanto, se comenzó a perder el quizame y demás maderamen. El P. Manuel Mateo pidió autorización para relevar dicho techo con zinc. Empezó dicha obra en 1890. Este Padre, en el tiempo que estuvo al frente de esa parroquia [1889-1891], techó crucero, cimborrio y sacristía. Su sucesor, el P. Ángel Belaza, terminó la nave, quitando las tribunas y cerrando las dos puertas laterales. El sucesor, P. Fr. Eulogio Sáez, puso las ventanas, agrandándolas y adornándolas con cristales de colores. El mismo Padre mandó pintar toda la iglesia, poniendo además un bonito órgano, de suerte que quedó una muy decente iglesia, aunque no muy grande”.
La iglesia fue hecha catedral, al crearse en 1974 la pequeña diócesis de Romblón. Con toda seguridad, es una de las catedrales más antiguas de Filipinas. Con otros atractivos, además de su antigüedad. Las guías turísticas apuntan sobre todo al espléndido retablo barroco con sabor mexicano en el que se alinean los santos agustinos; y destacan de ella que “luce un altar bizantino, vidrieras y una colección de imágenes y pinturas religiosas antiguas”.
Catedral de San Carlos Borromeo. San Carlos (Negros Occidental)
San Carlos, que hoy es una ciudad con 120.000 habitantes, ni siquiera existía en los años ochenta del siglo XIX. Comienza a ser un núcleo con cierta autonomía en 1895; y desde 1891 contaba con los servicios permanentes de un agustino recoleto. En realidad, debe su nacimiento a las haciendas que por entonces proliferan en aquella tierra privilegiada; en 1889 había cuatro, que se convierten en 16 al cabo de ocho años.
Con un comienzo tan tardío, no se pudo edificar iglesia sólida antes de la Revolución del 98. Para empezarla, hubo que esperar a la segunda década del siglo XX; y sólo fue posible inaugurarla en 1936. De la crónica de este último acto, recogemos los particulares más significativos.
“El templo que acabamos de inaugurar fue comenzado por nuestro actual padre Provincial, Leoncio Reta, siendo párroco de San Carlos. Por cuestiones económicas, fue suspendida la obra en 1928, estando echados los cimientos y levantadas algunos metros las paredes. Paralizadas las obras por completo durante este tiempo, en mayo del año en curso el actual párroco de San Carlos, padre Manuel Gómara -que antes había levantado el convento de San Carlos y la iglesia y convento de Calatrava- quiso proseguir la obra. Contando con la ayuda de los hacenderos -principalmente con la de don Julio Ledesma, que se comprometió a pagar todo lo que excediera a la recaudación de 12.000 pesos- en el dicho mes de mayo se reanudó la obra que con un trabajo intenso se ha llevado a cabo en este corto lapso de tiempo. Como era muy costoso el plano primitivo, fue abandonado, y se ha proseguido según el trazado por el Dr. Cereceda y bajo la dirección del arquitecto de Bacólod, señor Ángel Locsin Yulo.
La iglesia mide 51 metros de largo por 22 de ancho. Es de estilo moderno, mezcla de gótico, bizantino y románico. Es toda ella de cemento, así como los tres altares ya construidos. No tiene columnas y sí, en ambos lados, grandes ventanales que la llenan de luz y la hacen sumamente fresca”.
Los recoletos tuvieron que entregar la parroquia en 1975. En 1988, la iglesia fue consagrada catedral de la recién creada diócesis de San Carlos.
Catedral de San José Obrero. Tagbilaran (Bohol)
Esta población tenía iglesia de piedra cuando los recoletos la recibieron de los jesuitas. Quedó destruida por un incendio, y prácticamente la rehizo el recoleto Valero de San Sebastián (1843-1857), quien, para disipar dudas, la firmó una y otra vez con el escudo de la Orden, que aparece en puertas, arcos y cornisas.
Por cierto que al padre Valero le sucedió como cura de Tagbilaran uno de los recoletos más beneméritos de toda la historia de Filipinas y aragonés como él, Ramón Zueco. Éste fue párroco aquí cuando rondaba la treintena, de 1857 a 1861. Había nacido en Tarazona (Zaragoza), de donde también era Escolástico Enciso (1887-1994), que levantó la torre y renovó con primor el interior.
La iglesia pasó a catedral al erigirse la diócesis de Tagbilaran, en 1941.
Fotos de finales de 1997 dejan ver una torre falta de pintura y, en construcción, un pórtico que quita visibilidad a la fachada.
Catedral de la Santísima Trinidad. Talibón (Bohol)
Talibón, al norte, es la otra catedral de Bohol. Y también es construcción recoleta. Cuando Martín Legarra pasó por aquí, en 1939, declaró que esta iglesia tiene la fachada más suntuosa de toda la isla. Por eso se dolía de que fuera tan difícil fotografiarla, por culpa de un arbol gigantesco que lo hacía imposible. El párroco de entonces le prometió cortar el árbol y enviarle una foto.
Se comenzó la construcción en 1852, apenas tomó posesión como párroco el padre Lorenzo Mayor. En 1986, al erigirse la diócesis de Talibón, pasó a ser catedral. Apenas sufrió, como tampoco la de Tagbilaran, por el terremoto de 1990, que tanto daño hizo en esta isla.
Catedral de la Conversión de San Pablo. Vigan (Ilocos Sur)
Ilocos Sur, cuya capital es Vigan, no es territorio evangelizado por los agustinos recoletos. En cambio, la diócesis de Nueva Segovia es una de las más antiguas de Filipinas: se remonta a 1595.
Entre las catedrales recoletas, es una de las dos pensadas y construidas no como meras parroquias, sino para ser catedrales. Y, lo mismo que el palacio episcopal, fue empeño personal de Juan Ruiz de San Agustín (1728-1796), un fraile extremeño elegido obispo en 1780. La sede de Nueva Segovia había sido trasladada a Vigan en 1758, y aún no tenía catedral digna. Fray Juan no perdió tiempo.
“Antes de consagrarse edificó el palacio, obra magnífica en la que gastó catorce mil pesos; y apenas se desempeñó de estos gastos y otros que le fueron precisos, dio principio a la catedral, cuya fábrica exterior se concluyó en breve tiempo, si bien con la pérdida de un tan pacífico como celoso prelado. Por su continua asistencia en la obra, se llenó de humedades y de los hálitos malignos de la cal, por lo cual se vio precisado a retirarse a buscar su salud en Manila. Y, no habiéndola podido recobrar ni en dicha capital ni en la Laguna ni en provincia alguna próxima a Manila, al cabo de catorce meses volvióse a su obispado, en donde se le agravaron más y más sus accidentes, hasta finalizar su vida el día 2 de Mayo de 1796. Murió, verdaderamente, como pobre religioso, pues todo cuanto recibió siendo obispo, lo gastó en hacer su palacio y su catedral y en adornar ésta con preciosas alhajas de oro y plata y ornamentos” (Lib. 2º. Necrol., fol. 11v). La catedral no se terminaría hasta el 1800. Aquí fue enterrado quien la construyó.
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