El agustino recoleto Ángel Martínez Cuesta, historiador e investigador, aprovecha el IV Centenario de la llegada de los Agustinos Recoletos a Filipinas para dar con la fecha exacta de arribo a la misión asiática de los primeros recoletos: el 10 mayo de 1606, en torno al estrecho de San Bernardino. Entre el 28 y el 31 de mayo llegaron a su destino, Manila.
Desde antiguo se viene preguntando en la Orden por la fecha exacta de la llegada de nuestros misioneros a Filipinas. En este año, dedicado a conmemorar el IV centenario de ese acontecimiento, uno de los más transcendentales de toda nuestra historia, la pregunta surge con más frecuencia. Por desgracia, todavía no se le puede dar una respuesta definitiva, al menos sobre la llegada a Manila, meta última del viaje, ya que las fuentes disponibles no hablan de ella con suficiente claridad.
Autores del siglo XVII
Actualmente se conocen dos descripciones hechas por sendos miembros de aquella primera expedición. Uno es del padre Rodrigo de Aganduru de San Miguel y se encuentra en su libro Conversión de Filipinas y Japón, redactado hacia 1626. La segunda, más larga y conocida, es del padre Andrés del Espíritu Santo. Data del 1649 y se halla en un informe oficial que dicho padre redactó para el Consejo de Indias.
Andrés del Espíritu Santo
El padre Andrés se desentiende generalmente de las fechas. Sólo señala con precisión el embarque en Acapulco:
«embarcáronse en la nao llamada Espíritu Santo, […] el 22 de febrero de 1606 [… llegando] con bien a vista de las Filipinas, y embocó la nao por el embocadero que llaman de San Bernardino mediado mayo del dicho año de 1606, donde halló orden para que no fuesen a Manila sino a la ciudad del Nombre de Jesús en la isla de Cebú».
A Manila llegaron «en diferentes embarcaciones» y «con muchos trabajos e incomodidades».
Rodrigo de San Miguel
Aganduru tampoco fecha la salida de España y la llegada a Manila, pero precisa la llegada a tierra filipina:
«Embarcámonos en Sanlúcar de Barrameda […]; surgimos en la isla de San Juan de Ulúa, de donde subimos a Méjico, y de allí al puerto de Acapulco, que lo es del mar del Sur, y a 26 [sic=22) de febrero de 1606 nos hicimos a la vuelta de Filipinas, donde llegamos a 10 de mayo del mismo año, habiendo andado desde España hasta la ciudad de Manila, metrópoli de las islas Filipinas, […] 4.800 leguas […] Fuimos bien recibidos del gobernador […], que volvía victorioso de Terrenate, y en medio de su triunfo murió con general sentimiento de todos los estados».
La referencia al gobernador es importante, porque se sabe que don Pedro de Acuña entró triunfante en Manila el 31 de mayo y murió el 24 de junio.
Andrés de San Nicolás
Este primer cronista de la Orden, en su libro Proventus Messis Dominicae (1656), fecha la llegada a Manila «idibus maii», es decir el 15 de mayo. Pero desautoriza su información al añadir que les salió al encuentro el gobernador de Manila, cosa imposible dado que ese día se encontraba -lo sabemos con certeza- a muchas millas de la capital:
«Mox dimanante fama eos in portum esse invectos, magnus factus est concursus omnium ad excipiendos ipsos. Tenebat Manilae clauum D. Petrus de Acuña, Melitensis Eques, qui obuiam generosus prodiit, et comitate honorifica ac reuerentia summa, apostolicos viros, longissimam conficientes uiam, amplexatus, officiose et humaniter tractauit».
«Apenas se corrió la noticia de que habían entrado en el puerto, se formó una gran muchedumbre que les daba la bienvenida. Era gobernador de Manila don Pedro de Acuña, caballero de Malta, que no dudó en salir a su encuentro y recibirlos con guardia de honor y suma reverencia. Tras abrazar a aquellos varones apostólicos que habían recorrido un camino tan largo, los trató con toda cortesía y humanidad».
El mismo padre Andrés, en la Historia general de la Orden (1664), coincide con Aganduru al fechar la llegada a la costas filipinas el día 10 de mayo; pero del arribo a Manila sólo dice que tuvo lugar cuando la ciudad festejaba el triunfo del gobernador, quien llegó unos días más tarde:
«Estaba entonces muy alegre aquella tierra por las nuevas del suceso que había tenido su gobernador don Pedro de Acuña en la toma de Terrenate, una de las islas envidiadas del Maluco. […] Llegó a esto el triunfante gobernador, y entre todas sus victorias y trofeos, cuando supo de los nuestros fue a visitarlos y agasajarlos, como tan católico y devoto caballero».
Autores del siglo XVIII
Las crónicas del siglo XVIII no son más precisas. José de la Concepción (1751) señala la salida de Sanlúcar (12 julio 1605), la llegada a Veracruz (17 de septiembre) y el embarque en Acapulco (22 febrero 1606). Pero al narrar su entrada en Manila se limita a escribir que fue «por mayo», antes de la entrada del gobernador Acuña.
Juan de la Concepción, el gran historiador de Filipinas, todavía es más vago:
«Llegaron sin novedad a la capital ciudad de Manila, alegre entonces por los buenos sucesos del gobernador don Pedro de Acuña en la expedición de Terrenate. Acomodáronse en una pequeña casa por entonces, a donde concurrió lo mejor de la ciudad a visitarlos […]. Llegó el gobernador triunfante de su expedición y, luego que tuvo noticia de la llegada de estos nuevos religiosos, dejando pomposos trofeos, se dignó ser el primero en visitarlos, los consoló y agasajó como caballero noble».
Autores del siglo XIX y XX
De escritores de los siglos XIX y XX sólo cabe recoger la fecha que da Francisco Sádaba en su Catálogo (p. 34). Apoyado en un cuadro antiguo del convento de Cebú, coloca la llegada a esa ciudad el día 12 de mayo. La fecha armoniza con las de Aganduru y Andrés del Espíritu Santo sobre su llegada al estrecho de San Bernardino.
No es tan fácil conciliar esos datos con los de Patricio Marcellán (1879) quien, en su obra Provincia de San Nicolás de Tolentino (p. 22), fija la llegada a Manila ese mismo día 12. De ordinario, las naos empleaban cerca de dos semanas en recorrer la distancia que separa el estrecho de San Bernardino de Manila; y consta, además, que la de nuestros misioneros atracó en Cebú, y que éstos prosiguieron el viaje a Manila tras descansar algún día y en barcos pequeños. Estas circunstancias harían bastante verosímil la fecha dada por Juan Ferrando en 1870 y recogida en 1925 por Licinio Ruiz en su Sinopsis Histórica de la Provincia de San Nicolás (I, 5). Ambos fijan la llegada a la capital filipina el día 31 de mayo. Fecha esta, sin embargo, que no se puede aceptar porque, según los cronistas antiguos, a la llegada de los misioneros el gobernador no estaba presente; y es un hecho que Acuña llegó a Manila ese mismo día 31.
Más disparatada es la fecha dada por el historiador agustino Gaspar de San Agustín a fines del siglo XVII -y modernamente recordada por otro agustino, Isacio Rodríguez-. Según aquél, nuestros religiosos no habrían llegado a Manila hasta principios de agosto.
Por todo ello, creo que se puede fechar con seguridad:
- La salida de España: 12 julio de 1605
- La llegada a Veracruz: 17 septiembre de 1605
- La salida de Acapulco: 22 febrero de 1606
- La llegada a las costas filipinas: 10 de mayo de 1606.