Recién cumplidos los 40 años de la llegada de los agustinos recoletos a la Ciudad de los Niños, esta Institución se muestra para los agustinos recoletos como un auténtico reto para ofrecer un servicio de calidad a sus residentes.

El pasado 31 de mayo se cumplían 40 años de la llegada de los agustinos recoletos a la Ciudad de los Niños de Costa Rica. No fue una efeméride que se celebrase con pompa. Más bien, los religiosos lo recordaron casi por casualidad y lo comentaron en comunidad desde el deseo de seguir adelante en el trabajo de cada día.Un lugar muy especial para la Provincia de San NicolásDe cuantos ministerios tiene la Provincia de San Nicolás de Tolentino, la Ciudad de los Niños representa un lugar casi único por su objetivo (en los años 90 se le unieron con idénticos objetivos pero con planteamientos muy diferentes los Centros Esperança de la misión de Lábrea) y especialmente por los medios que se utilizan para conseguir ese objetivo: la búsqueda de una educación integral en un ambiente de prevención social y un lugar con condiciones inigualables.Cuenta para ello con 130 hectáreas de terreno verde casi paradisíaco, en las que están ubicados catorce albergues y cuatro pabellones, escuela, cinco talleres, biblioteca, amplias instalaciones deportivas que incluyen un polideportivo cubierto, sala de juegos, soda, salón de actos e iglesia con capacidad para unas 600 personas sentadas.Por la Ciudad de los Niños han pasado en estos 40 años más de 8.000 adolescentes. Los últimos años han sido continuamente un nuevo récord de admisión, superando los 360 internos en los primeros meses y estabilizándose el número de alumnos en unos 350 durante el curso. Cada año se han graduado alrededor de 70 alumnos en alguno de sus talleres de ebanistería, electricidad, módulo agrepecuario y soldadura y trabajo en metal.Un sexenio de crecimiento y de nueva gestiónTambién los últimos años han significado un cambio estructural en el modo de gestión de la Ciudad en cuanto a los criterios formativos y a la búsqueda de una dimensión integral en la educación, reforzándose los áreas de atención psicosocial (que incluso contarán con nuevos despachos en los mismos talleres para estar más cerca de los jóvenes) y haciendo más presente la figura del religioso no como un gestor administrativo sino como una persona cercana dispuesta a ayudar y a ofrecer su testimonio incondicional de acogida.Las mismas infraestructuras han variado con esa intención: se ha añadido una biblioteca con una amplia sala de lectura, se han mejorado las instalaciones deportivas y los albergues (donde los jóvenes de primer ingreso realizan una experiencia de vida con una familia que los acoge) y se ha creado la Sala de Juegos Fray Jesús Galerón, un espacio donde lo lúdico y lo educativo se mezclan para los alumnos. Su nombre está unido a la historia de los recoletos en la Ciudad, pues éste fue el primer religioso que falleció mientras vivía en este ministerio y dejó en los mismos alumnos recuerdos imborrables, como mostraron en su funeral.La Ciudad de los Niños se extiende a la sociedadPero donde posiblemente se ha dado el mayor salto de la Institución en estos años ha sido en la apertura a la sociedad que le rodea. Desde el aspecto meramente educativo se han firmado acuerdos con universidades (Universidad de Costa Rica, EARTH), con instituciones nacionales e internacionales, con empresas. Con la ayuda de voluntarios provenientes del exterior se han elaborado materiales informativos que se han distribuido incluso por las legaciones diplomáticas de varios países en Costa Rica.Desde el aspecto humano y religioso, sin embargo, la apertura ha sido todavía mayor. La inauguración de un amplio y estético templo hace ocho años le ha dado a la Ciudad de los Niños una proyección inimaginable hace unos años. Más de 600 personas acuden los fines de semana a las celebraciones de la Ciudad de los Niños, con su cuidada liturgia. Muchas familias de la zona de Cartago y aun de lugares más lejanos han establecido así una ligación con la institución y con sus jóvenes formandos.La proyección pastoral no ha terminado así. Una Fraternidad Seglar Agustino Recoleta con unos 60 miembros y un grupo de Juventudes Agustino Recoletas (JAR) en el que se mezclan jóvenes estudiantes de la institución con otros procedentes de las zonas limítrofes de Agua Caliente y Cartago tienen frecuentes reuniones en la Ciudad. También se ha convertido en centro de referencia vocacional, pues es junto con Pozos de Santa Ana el lugar donde se celebran las Convivencias Vocacionales a las que asisten jóvenes de todas las parroquias recoletas de Costa Rica y los que acceden a la promoción vocacional mediante otro tipo de anuncios. También varios jóvenes de la Institución acuden a esas convivencias, así como a otro tipo de actos como reuniones de meditación y reflexión.Nuevos proyectosEn fase de redacción se encuentran nuevos proyectos para la Ciudad: la creación de un taller de enseñanza agropecuaria, la puesta en marcha de una nueva granja de engorde de pollos para mejorar los rendimientos económicos de la finca y así aumentar el porcentaje de autosostenibilidad, todavía algo bajo; y un proyecto de atención odontológica para los alumnos que les permita mejorar su salud dental.Ya presentados pero de consecución a mayor plazo están otros proyectos, tales como la granja integrada, producción de biogás, extracción de aguas termales, lombricultura (ya se tienen unos 500 kg. de lombrices para la creación de compost o abono natural para cultivos), piscicultura (producción de tilapia), fruticultura y horticultura mediante la implementación de los invernaderos ya existentes, posible inclusión de toros de engorde en la finca (sumándose a las vacas lecheras ya existentes), reforestación y ecoturismo, apicultura… Son posibilidades a largo plazo que están al menos identificadas y cuyos costes, a grandes trazos, son conocidos.Los alumnos, el auténtico valor de la CiudadNinguno de estos proyectos tendría sentido si no estuviesen pensados para mejorar las posibilidades de financiación de la Ciudad y, por tanto, para el aseguramiento de las funciones formativas dirigidas a mejorar la vida de los alumnos.El gran caballo de batalla de la Ciudad continúa siendo su financiación. La dependencia absoluta de las ayudas públicas es una servidumbre conocida, pero el problema se presenta cuando esas ayudas fallan en el tiempo y el espacio y dejan bolsas de deuda en las arcas de la Ciudad con sus proveedores, llegándose incluso a las dificultades con el pago de salarios. Los cálculos han sido que la alimentación y formación de cada uno de los alumnos viene a suponer un millón de colones al año (1.750 euros aproximadamente), pues los gastos totales anuales se acercan a los 350 millones de colones (algo más de 600.000 euros).La financiación pública permite, en cualquier caso, el mantenimiento de esos costes ordinarios y de consumibles, pero no la creación de nuevos proyectos formativos, la adquisición de maquinaria para los talleres, el mantenimiento de edificios e instalaciones… La ayuda procedente del exterior del país, muchas veces canalizada a través de otros ministerios recoletos o de instituciones de la Familia agustino recoleta —como la donación de 12.000 euros del Gobierno de Navarra (España), conseguidos mediante la intervención de la ONG La Esperanza de Lodosa (Navarra), compuesta por miembros de la Fraternidad Seglar OAR de esa localidad— que ha permitido la compra de tres máquinas industriales de última generación para los talleres de ebanistería) ha paliado hasta ahora estas necesidades.El auténtico valor de la Ciudad de los Niños son sus alumnos. En muchos de ellos la Ciudad queda grabada como un lugar donde no solamente aprendieron un oficio o fueron preservados de las dificultades que la sociedad les imponía en esa labor preventiva de la Ciudad, sino el lugar donde aprendieron unos valores concretos y donde conocieron a unos religiosos que les dieron testimonio de vida fraterna y de entrega incondicional.