Chordi Cortés (Alcoy, Alicante, España) es pintor artístico, profesor y escritor, fundador de la Asociación Española del Icono “Yaroslav” y de la Academia Internacional de Iconografía Bizantina y Rusa. Con motivo del VII Centenario de san Nicolás de Tolentino, ha pintado un icono de este santo para la Provincia agustino-recoleta que lo tiene como patrono.
Introducción
No se trata de un mero acontecimiento histórico o cultural. Se quería que el VII Centenario de la muerte de san Nicolás tuviera una incidencia en la vida espiritual de la Provincia. Para ello se pensó encargar un icono.
¿Qué es un icono?
“Icono” es una palabra griega que significa “imagen”. A lo largo de la historia, se ha usado para designar las imágenes sagradas de las antiguas Iglesias cristianas de Oriente. Modernamente, los iconos han ido entrando en Occidente hasta ponerse de moda, hace unos años.
Todos los iconos hacen relación a Cristo, Imagen de Dios invisible (Col 1, 15). Sea que representen a la Virgen, los santos o alguno de los misterios, es a Cristo a quien hacen presente y celebran. Por eso, el icono es algo sagrado, no una simple obra de arte. Quien lo contempla no debe buscar emociones estéticas, sino entrar en contacto con el misterio por medio de la oración.
Elaboración
Después de buscar en España e Italia, se recurrió al iconógrafo Chordi Cortés (Alcoy 1956), fundador de la Asociación Española del Icono “Yaroslav”, director del Estudio de Arte Sacro y la Escuela que llevan su nombre, y presidente de la Academia Internacional de Iconografía Bizantina y Rusa. Él se comprometió a “escribir” un icono de 98 x 60 cm., siguiendo la tradicional técnica del temple al huevo y dorado fino sobre tabla.
Primer boceto
Una vez aceptado el encargo, la primera fase fue de documentación. Cortés se leyó alguna biografía de san Nicolás, que se le facilitó; y estudió varias docenas de imágenes del Santo. Y, en abril de 2004, presentó el primer boceto. En él, san Nicolás aparecía con un libro cerrado en la mano izquierda, mientras que con la derecha bendecía. Su estrella, por otro lado, quedaba inscrita en la aureola, con lo cual era más visible, por más que la ubicación resultara insólita en la iconografía del Santo. En fin, la indumentaria no era la agustiniana; parecía, más bien, de corte benedictino.
Segundo boceto
A este primer boceto se le hicieron las oportunas correcciones, y el mismo proyecto se fue perfilando y completando. Para el mes de mayo, Chordi Cortés tenía ya listo un segundo boceto que modificaba sustancialmente el primero. El modelo iconográfico queda ya ahora perfectamente definido: san Nicolás es presentado como el perfecto seguidor de san Agustín. Para ello, en línea con el modelo clásico, se le representa sosteniendo con ambas manos la Regla monástica del Santo de Hipona, al tiempo que aparece vestido con el hábito agustino recoleto. El otro elemento que destaca, tomado también de la tradición iconográfica, es el de la estrella. Se le ha colocado, como es habitual, en el pecho; y, como es frecuente en la iconografía, todo el hábito se le ha salpicado de estrellas, en círculos concéntricos irradiados desde la estrella mayor.
La sugerencia principal que se le había hecho al iconógrafo, después del primer boceto, suponía una modificación notable y un buen trabajo añadido. Se quería dar cabida en el icono a otros perfiles del Santo: otros símbolos o prerrogativas, entre los cuales se eligieron los más frecuentes (el lirio, los panecillos, las perdices y las ánimas del purgatorio). Dadas la forma y dimensiones de la tabla, no era difícil ocupar con estos motivos la franja inferior. Sin lugar a dudas, la representación del Santo de Tolentino sería, de esta forma, más rica, variada y profunda.
La escena de las ánimas
De todos los motivos sugeridos, el que ofrecía una especial dificultad era el más tradicional, el de las ánimas del purgatorio. San Nicolás ha sido considerado durante siglos especial patrono de las ánimas, y en este patronazgo se ha basado tanto su culto como su iconografía. Sin embargo, en este punto, la teología católica ha modificado notablemente su enfoque, y ello hacía necesario buscar una nueva presentación. Había que adaptar el esquema clásico en que el Santo se presenta en medio de un lago de fuego y alarga su correa, como intentando “pescar” a las almas que se abalanzan hacia él.
Nuestra sugerencia ponía a prueba la imaginación del pintor, ya que ésta escena es prácticamente desconocida en los iconos orientales. Chordi Cortés no ha tenido empacho en reconocer la dificultad; ha llegado a comentar que resolverla le supuso tanto trabajo como el resto del icono. Representa el purgatorio en ese paisaje fantasmagórico donde se arraciman personajes de color rojizo entre llamaradas que brotan del suelo. La correa del Santo -esto es, su intercesión- atraviesa la cenefa que separa ambos mundos y se les ofrece a las almas como asidero de liberación.
Interpretación
Imagen del santo
El icono no pretende hacer un retrato físico del personaje, a pesar de que el artista ha tenido a la vista las pinturas más antiguas sobre san Nicolás. Se muestra al Santo como santo, en cuanto que se ha ido impregnando de Dios a lo largo de su vida.
- Fondo y aureola: Dorados a base de pan de oro, en este caso. Representan la luz divina y el actual estado glorioso del Santo.
- Figura alargada: Es un recurso ordinario en los iconos, que les confiere espiritualidad. En el caso de san Nicolás, responde en parte a la realidad, pues él era una persona muy alta: medía alrededor de 1,75 m.
- Indumentaria: Lleva el hábito de los agustinos recoletos: túnica más capilla con capucha. Éstos lo ven como perteneciente a su familia, y se esfuerzan por identificarse con él. El hábito es de color negro, iluminado aquí a base de azules y grises. En los iconos, la luz tiene una importancia primordial, pues transparenta la luz interior.
- Rostro: El Santo aparece joven, pero ya maduro, cargado con la experiencia de los años. Luce en el pelo el cerquillo propio de los clérigos de su tiempo. La frente es despejada, con suaves arrugas; simboliza comprensión y sabiduría. La mirada, llena, está fija en la Verdad contemplada. La nariz es alargada y símbolo de dignidad. Tiene boca pequeña, y la tiene cerrada: transmite la Verdad eterna por medio del silencio.
Atributos
- El libro de la Regla: Es un motivo muy frecuente, y el más antiguo, en la iconografía de san Nicolás. Sujeta con ambas manos, y muestra al orante, un libro. En una de sus páginas aparece san Agustín en el acto de escribir su Regla monástica. En la otra, se reproduce, acomodándolas, las palabras de Jesús, según Jn 15, 10: «Yo he guardado los mandamientos de mi padre, Agustín». San Nicolás es presentado como imitador de Cristo y el mejor realizador del ideal agustiniano de vida religiosa.
- La estrella: Es el atributo más común de nuestro Santo. Al final de su vida, Nicolás vio muchas veces una estrella que simbolizaba su santidad En grande, la lleva sobre el pecho. En círculos, a su alrededor, una constelación de estrellas más pequeñas decora su hábito.
Escenas
En la franja inferior, el artista ha querido recoger los motivos iconográficos más habituales en san Nicolás.
- A la izquierda, el lirio que simboliza su limpieza de vida, y los panecillos. Éstos han tenido siempre gran aceptación en el pueblo cristiano, que ha visto en ellos medicina para los enfermos. Nace esta creencia de una tradición según la cual la Virgen se le apareció al Santo, que estaba enfermo, y le ordenó comer, para curarse, de un panecillo mojado en agua.
- A la derecha, dos perdices levantan el vuelo. San Nicolás nunca comía carne. Una vez que estaba enfermo, le presentaron bien cocinadas dos perdices. El Santo las bendijo y ellas levantaron el vuelo. Representa el sentido espiritual de su vida ascética.
- En el centro, san Nicolás es representado como patrono de las almas del purgatorio. Es la devoción más arraigada en el pueblo cristiano. Tradicionalmente se ha puesto en relación con la correa. Por eso, en este icono, la correa del Santo cruza los umbrales del purgatorio, y las ánimas se apresuran a asirse de ella.
El marco
Da unidad al conjunto el marco que el icono lleva incorporado. Suele interpretarse como un símbolo del Arca de la Alianza, que contenía la presencia divina. Es por donde se agarra el icono, normalmente, cosa que suele hacerse cubriéndose las manos con un paño, como muestra de respeto (cf. 2 Sam 6, 6-7). El color verde muestra el verdor, la vitalidad infinita, del Espíritu Santo.