Explicación completa del sepulcro que cotiene los restos de san Agustín de Hipona (354-430) en la basílica
Presentación
No pocas son las reliquias que se conservan en el convento de los Agustinos Recoletos de Marcilla, en Navarra (España). Buena parte de ellas, más de cuarenta, nos fueron legadas por monseñor Toribio Minguella (1836-1920), recoleto eminente que llegó a ser obispo de Puerto Rico y de Sigüenza-Guadalajara (España), y que residió en Marcilla los últimos años de su vida.
Nos había llamado la atención especialmente una, la única relacionada con san Agustín. Es, además, de gran tamaño, fuera de lo normal para una reliquia. Corresponde -según declara un papelito anexo- a un trozo “de la caja de plomo en que estuvo el cuerpo de N. P. S. Agustín”. En realidad, los trozos son dos, uno de plomo y otro de madera, correspondientes seguramente a las dos cajas que, como luego veremos, fueron sustituidas en 1832.
Buscamos documentación en nuestra biblioteca conventual, y comprobamos que en ella no abundaban los estudios referentes al tema. Sí nos llamó la atención, en cambio, que uno de los volúmenes más antiguos y completos que encontramos, lucía profusamente el sello del mismo monseñor Minguella. Era un espléndido álbum fotográfico firmado por el sacerdote Rodolfo Majocchi, con el título “L’Arca di Sant’Agostino in S. Pietro in Ciel d’oro illustrata con tavole in fototipia”. Estaba editado en Pavía por los hermanos Fusi el año 1900.
El siguiente paso fue ir a consultar la revista agustiniana “La Ciudad de Dios”, ya existente entonces. Y acertamos de lleno. Encontramos un par de artículos que hacían a nuestro caso. Uno era un repaso cronológico de los avatares sufridos por los restos de san Agustín, de Guillermo Antolín, titulado “Datos históricos acerca de las reliquias de san Agustín”, publicado en La Ciudad de Dios 53 (1900) 257-274.
El otro, titulado “La traslación del cuerpo de san Agustín”, era la crónica del acontecimiento que había motivado la edición del álbum de Majocchi: la traslación, el día 7 de octubre de 1900, de los restos de san Agustín desde la catedral de Pavía a la basílica de San Pietro in Ciel d’oro. En este último artículo, el padre Honorato del Val hacía mención de los asistentes más ilustres, y entre ellos se encontraba monseñor Toribio Minguella, junto con el Procurador de los agustinos recoletos ante la Santa Sede, padre Enrique Pérez.
No sólo eso, monseñor Minguella había sido uno de los cuatro obispos agustinos, todos españoles, a quienes cupo el honor de llevar a hombros las andas doradas sobre las que reposaba la arqueta con las reliquias. Los otros tres obispos eran agustinos y, lo mismo que Minguella, regían diócesis españolas. La de Sigüenza éste, y los agustinos las de Pamplona, Salamanca y Jaca. Otra noticia que aporta el padre Honorato del Val es que, desde aquella misma fecha, lucen ante el sepulcro de san Agustín 32 lámparas, una por cada una de las provincias agustinas más una en representación de los recoletos. (Cf. Faustino Gianani, La Basilica di S. Pietro in Ciel d’oro di Pavia nella storia e nell’arte, Pavía 1983, 39).
El asunto parecía claro: en esta memorable ocasión debieron de obsequiarle a Minguella los trozos del arca antigua que, con sus otras pertenencias, han quedado en el convento de Marcilla. Seguramente data de esa misma fecha otra reliquia guardada en Marcilla. Se trata de un pequeño trozo de tela al que acompaña un papelito con la siguiente indicación: “Pedacito de tela pasado por los huesos de S. Agustín, N. G. P.”. Lo firma un A. G. que con toda probabilidad es el padre Agustín Garrido de San Antonio de Padua, a la sazón acompañante del padre Procurador y, a partir de 1912, prior de Marcilla
Llevábamos a cabo esta investigación doméstica en tiempos en que el arca y las reliquias del Obispo de Hipona estaban de actualidad en el plano internacional. A lo largo de 1999, con motivo del Centenario de la presencia de los agustinos en Brasil, peregrinó por los distintos ministerios agustinianos de aquel país una reliquia -un pedazo de hueso, exactamente- venida de San Pietro in Ciel D’oro. Al año siguiente, por cumplirse el centenario del regreso de las reliquias a San Pietro in Ciel d’Oro, la comunidad agustina de Pavía publicó un lujoso volumen titulado “Agostino e la sua arca. Il pensiero e la gloria” (Pavía, Edizioni Torchio de’Ricci, 2000, 177 pp). Y otro tanto hizo la famosa colección de los “Orobolli Artistici d’Autore”, que dedicó al acontecimiento uno de sus artísticos sellos (lo firma Bruna Cerutti Felugo).
Poco después saltó a la prensa la noticia de que las reliquias de Agustín volverían a Cerdeña a principios de 2003. Al final, este viaje no se ha podido realizar, aunque sí ha tenido lugar otro a la ciudad de Martina Franca, en la diócesis de Taranto y región de Apulia. Aquí, transportados en un avión de la fuerza aérea italiana, llegaron los sagrados restos el día 1 de marzo y estuvieron hasta el día 8. La acogida de toda la región, con su episcopado a la cabeza, fue entusiasta, y el fruto espiritual extraordinario, como indica Gabriele Ferlisi en “Peregrinatio di S. Agostino a Martina Franca”, en Presenza Agostiniana (2003/2, 24-28). Recuerda Ferlisi que un viaje semejante, también fallido, ya se había programado los años 1986-87, con motivo del XVI Centenario de la Conversión del Santo, y que él era entonces el encargado para esta ciudad.
En fin, como fruto de estas inquietudes y promesa de otras futuras, queda flotando en el aire la ilusión que ha hecho sugerencia la Provincia agustina de Italia: que, en San Pietro in Ciel d’oro, junto a la tumba del santo Padre, se den cita todas las órdenes y congregaciones agustinas formando un Centro de espiritualidad que evoque su figura y pensamiento.
Quiera Dios que este estudio nuestro sirva de humilde viático en esta empresa.
[Seminario moderado por fray Pablo Panedas, agustino recoleto, en el Teologado de los Agustinos Recoletos de Marcilla (Navarra, España)].
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